sábado, abril 11, 2009

Round 2 de las tendencias políticas

Tal como confesé en una entrada anterior, me considero un liberal libertario o, según mis resultados en www.politicalcompass.org, de derecha libertaria. ¿Y qué significa eso? Veamos.


La derecha libertaria es la esquina vacía por excelencia del espectro político. Son pocos los idealistas que entran en ella, y por ningún motivo los políticos. ¿Por qué? Quizá porque a ella pertenece la gente que creen que la libertad y la responsabilidad del individuo son los valores fundamentales que deben imperar en la sociedad. Desconfían, por tanto, del Estado, ya que la acción de éste, en la mayoría de los casos, coarta la libertad de los ciudadanos.

Un libertario de este tipo no es un anarquista. Cree que el Estado debe de tener leyes, por supuesto, pero buenas y pocas, que se cumplan sin falta, con el fin de hacer valer el respeto a la libertad de los individuos. El único límite de la libertad que se busca es la libertad de un tercero. Así, el Estado funge únicamente como árbitro. En palabras de uno de los pocos libertarios conocidos (y congruentes), Milton Friedman, premio Nobel de economía 1976:
‘La esfera gubernamental debe de ser reducida. Su mayor función debe de ser la de proteger nuestra libertad tanto de sus enemigos allende de las fronteras como de nuestros conciudadanos: es decir, preservar la ley el orden [el estado de derecho], hacer cumplir los contratos privados, promover la competitividad del mercado. Más allá de ésta, su mayor tarea, el Estado puede, en efecto, permitir que los ciudadanos llevemos a cabo en conjunto lo que individualmente sería más caro o más difícil lograr’.(1)
Es decir, el ‘small government’ de los republicanos; entre menos gobierno, mejor (más políticos sin trabajo, ¿qué le parece?). Algo que hace no mucha, sino muchísima falta en México, tan (mal)acostumbrado a su Estado mastodóntico, omnipresente y omnipotente, de inacabable burocracia. Precisamente en México, el Estado interviene en sinnúmero de aspectos de la vida de sus ciudadanos (y hace las cosas todas mal) y desperdicia esfuerzos y recursos en lugar de hacer su tarea principal (y que es la que menos y de peor manera hace): tiene infinitas leyes que casi nunca se cumplen.

Continuará...

G. G. Jolly

(1) Milton Friedman, Capitalism and Freedom, Chicago, The University of Chicago Press, 2002. p. 2. Véase también esta entrevista al autor: partes I, II, III, & IV.

martes, abril 07, 2009

Nota extraordinaria

Ya tenía una entrada planeada para el día de hoy, pero tendrá que esperar, puesto que apenas esta tarde me llevé una grata sorpresa en mi revista predilecta, Letras Libres: ¡publicaron una carta que les escribí! ¡Mis palabras y mi nombre aparecen entre sus finas páginas y en su elegante tipografía, casi un sueño hecho realidad! Por cuestiones de espacio, editaron la carta, y se me ha ocurrido la idea de publicarla completa aquí.

Su número de marzo tenía como tema principal la existencia (o no) de Dios, y sus consecuencias...

Éstos son los artículos, altamente recomendables:
Y, a propósito de ellos, mi carta completa:
‘¿Qué tal?

Habiéndome animado el mes pasado a escribir para felicitarles por el X aniversario de la revista, lo hago ahora porque leí con especial avidez su último número. Me atrapó y cautivó desde la portada y el título, que inmediatamente me recordó la polémica de los autobuses en Gran Bretaña (que, a su vez, me hizo pensar que 'Dios no existe y Dawkins es su, ¿el?, profeta') y en España (con su guerra abierta entre Iglesia y Estado).

En los últimos años, Letras Libres ha sido una guía certera en mi camino intelectual y humano, por lo que siempre busco con ansia y considero con seriedad lo que tiene que decir sobre cualquier tema. Más aún en este caso, pues, como creyente que soy, el solo hecho de que abordara el tema me emocionó. Y, en efecto, disfruté mucho su lectura, en especial del diálogo entre Zagal y Fadanelli, y los artículos de John Gray y Pedro Chavarría Xicoténcatl; de estos, el primero por su realismo, y el segundo, igualmente por su realismo: por no conformarse con que la materia subsista en sistemas complejos, sino que más bien siga esa tendencia misteriosa (¿artística?, ¿de diseño inteligente?, ¿divina?) llamada vida, y su consecuencia, la de una subjetividad inexplicable para las ciencias exactas.

Sin embargo, y aquí está el pero que acota los elogios, me parece que la postura secular (laicista por momentos) estuvo demasiado bien representada, mientras que la creyente fue apagada y descolorida. Esto me sorprende, puesto que Letras Libres no es una revista políticamente correcta. Así como es de las pocas voces que, en el México infectado por decenios de estatismo, populismo y rancio nacionalismo, ha abogado por la libertad en todas sus formas (de expresión, económica, política...) y por la responsabilidad del individuo sobre la de el Estado, me extraña (y me duele hasta cierto punto), no encontrar de la misma forma una voz inteligente que abogue sin tapujos, abiertamente, por la fe y la religión como sanas propuestas de sentido y motores loables de transformación social. Contra todo pronóstico, creo que esas voces existen en México, y que abogan por una fe humanizadora en el marco de la democracia liberal, sin nada que ver con el clero ignorante o su brazo político yunquista. Pienso en Javier Sicilia, el mismo Héctor Zagal (en una postura firme, y no tímida, como lo he leído otras veces) o Bárbara Andrade, Mauricio Beuchot... o quizá Jean Meyer o Gabriel Zaid, que al menos están bien empapados de las razones de la fe... O bien intelectuales creyentes de todo el mundo: ya publicaron una vez a Joseph Ratzinger, ¿por qué no hacerlo también con Carlo Maria Martini, Christoph Schönborn, Jacob Neusner, Hans Küng, Angelo Scola o incluso Jon Sobrino o Enrique Dussel (aunque aquí ya pongo en duda lo puramente liberal, además de que el segundo no es internacional)?

Recuerdo un artículo sobre la situación de la Iglesia española escrito por un jesuita en la revista Sal Terrae, en el que se lamenta de la irracionalidad del conflicto con el Estado y la ausencia de diálogo serio en ambas partes (aunque peores espectáculos hemos visto en México, a propósito del aborto o del 'presidente legítimo'...). Compara, desfavorablemnete, a España con Italia, donde senadores y alcaldes dictan conferencias y escriben libros codo a codo con cardenales y eclesiásticos ilustres, por no mencionar el debate de altura que sostuvieron Umberto Eco y Carlo Maria Martini... Al final y con un suspiro, acepta la obscura realidad: existe una gran disparidad de nivel entre los dos países, porque ni el cardenal Rouco es el cardenal Martini ni Savater o Goytisolo son Eco. Me queda claro que en México no existen Martinis, pero esperaba encontrar a los Ecos en Letras Libres. Creo que esta vez se quedaron cortos.

Los saludo, felicito y agradezco su atención.’

G. G. Jolly

(1) Porquería, un blog de Guillermo J. Fadanelli
(2) Apócrifos de Zagal
(3) Página de Fernando Savater

sábado, abril 04, 2009

¿Derecha o izquierda? El abc de las preferencias políticas

Las etiquetas, como los estereotipos, son siempre molestos, porque simplifican y distorsionan una realidad repleta de matices. Entre las más comunes se encuentran las de ‘derecha’ o ‘izquierda’ para calificar (o, con mayor probabilidad, para descalificar) a las personas. Son conceptos pobres que no expresan nada y que, con frecuencia, encasillan a los otros y acaban en calificativos aún peores: ‘reaccionario’, ‘fascista’, ‘comunista’, etcétera, que, a su vez, llevan a la exclusión e incluso a la violencia. Por supuesto, no tiene nada de malo ser de una tendencia u otra; es más, es necesario, pues las ideas bien reflexionadas y transformadas en convicciones, al fin y al cabo, dan forma a la Política. Posturas que deben de ser calificadas no sólo con respeto, sino con exactitud. Para ello incluyo en este espacio un breve ensayo y un test.



Empiezo por decir que yo me considero un liberal —en el sentido original de la palabra— y un libertario. Según algunos tests que he hecho en línea (como éste), eso sería ‘conservador’ y republicano en Estados Unidos (que es un universo político sui generis), por un lado, o, más acertadamente, de ‘derecha libertaria’, de acuerdo con www.politicalcompass.org.

La Política (con mayúsculas, ese ‘amor al mundo’ propuesto por Hannah Arendt en la mejor tradición aristotélica) tiene que ver, esencialmente, con la organización de los ciudadanos para mantener el orden y fomentar el bienestar común en cualquier sociedad, para lo cual ha existido siempre el conjunto de instituciones que llamamos Estado. Para calificar las tendencias e ideologías que moldean la política es necesario, por tanto, medir, distribuir y clasificar la intervención de dicho Estado en los asuntos de la sociedad, de su vida pública, cultural y económica.


Para calificar las ideologías, PC.org considera esto con detenimiento y lo expone gráficamente en un plano cartesiano; el nivel de intervención de las instituciones estatales en dos ejes: X y Y. El Y se refiere a la vida de los ciudadanos, por lo que la mitad positiva del eje es llamada ‘autoritarismo’ y la mitad negativa ‘libertarianismo’. Así, entre más alta es la coordenada Y, más ha de involucrarse el Estado en los quehaceres de una sociedad: el extremo superior es el Estado policial y totalitario tipo Big Brother (el 1984 de George Orwell), mientras que el extremo inferior, en cuyo caso la existencia misma del Estado es irrelevante y éste desaparece, se trata del anarquismo.

El eje X es el de la economía. ¿Qué nivel de responsabilidad tiene el Estado en la actividad económica de su población? El extremo negativo (el de la izquierda casualmente), en el que el 100% de la economía es poseída, planificada y ejecutada por las instituciones ‘públicas’, se denomina ‘comunismo’; en tanto que el extremo de la derecha plantea la nula intervención del Estado y se llama ‘neoliberalismo’ o, más correctamente, ‘anarcocapitalismo’.



Con estas premisas, encontramos que existen cuatro cuadrantes ideológicos, cada uno con sus respectivos grados:
  • izquierda autoritaria (Lenin, Stalin, Trotski, Mao, Chávez, Hussein, Amin, Castro)
  • izquierda libertaria (Mandela, Gandhi, Moore, el Dalai Lama y algunos socialdemócratas)
  • derecha autoritaria (Bush, Reagan, Thatcher, Churchill, Calderón, Uribe, Obama y todos, salvo cuatro, de los gobernantes actuales de la UE)
  • derecha libertaria (Friedman, Thoreau).
Y falta, en efecto, el fascismo, que vendría siendo el centro autoritario (Mussolini, Hitler).

Te invito, pues, amable lector, a tomar el test y compartir tu resultado, porque hablando, aunque seas de ‘izquierda’ o de ‘derecha’, se entiende la gente.

G. G. Jolly