lunes, julio 27, 2009

‘20 tesis sobre ser cristiano’ de Hans Küng


¿Quién es cristiano?

1. No es cristiano el Hombre que nada más procura vivir humanamente, o socialmente, o hasta religiosamente. Cristiano es ante todo, y solamente, el que procura vivir su humanidad, socialidad y religiosidad a partir de Cristo.

2. Lo distintivo cristiano es Cristo Jesús en persona.

3. Ser cristiano significa vivir, obrar, sufrir y morir como verdadero Hombre siguiendo a Cristo en este mundo de hoy: sostenido por Dios y presto a ayudar a los Hombres en la dicha como en la desgracia, en la vida como en la muerte.
¿Quién es Cristo?
4. Cristo no es otro que el histórico Jesús de Nazaret: ni sacerdote, ni revolucionario político, ni monje asceta, ni moralista piadoso; sino provocador en todos los sentidos.

5. Jesús no predicó una teoría teológica ni una nueva ley: tampoco se anunció a sí mismo; sólo anunció el reinado de Dios, esto es, la causa de Dios (= voluntad de Dios), que en seguida va a prevalecer y que se identifica con la causa del Hombre (= bien del Hombre).

6. Por el bien del Hombre, Jesús relativizó de hecho las más santas instituciones y tradiciones: la Ley y el culto.

7. De esta manera se alzó Jesús con la pretensión de ser el abogado de la causa de Dios y de los Hombres. Y ello provocó una decisión radical: no ante un determinado título, un dogma o una ley; sí ante su gozoso mensaje. Pero con ello también se planteó, indirectamente, la cuestión en torno a su persona: ¿no es acaso un maestro de falsedad, un falso profeta, un blasfemo contra Dios, un seductor del pueblo?

8. La controversia, a fin de cuentas, gira en torno a Dios: Jesús no se remite a un nuevo Dios, sino al Dios de Israel; pero entendido de forma nueva, esto es, como Padre de los perdidos, a quien Jesús llama personalmente su Padre.

9. El violento final de Jesús estaba ya implícito en la lógica de su actitud para con Dios y para con los Hombres. Su violenta pasión fue puro efecto de la reacción de los guardianes de la Ley, el derecho y la moral frente a su pacífica obra: muerte de cruz viene a ser el cumplimiento de la maldición de la Ley, y Jesús el representante de los transgresores de la Ley, de los pecadores.

10. No; con la muerte de Jesús no se acabó todo. Ésta es la fe de su comunidad: el Resucitado vive para siempre en Dios, como esperanza para nosotros. Resurrección no quiere decir retorno a la vida espacio-temporal ni continuación de la misma, sino asunción en esa inasible y omnicomprensiva, primera y última realidad que llamamos Dios.

11. La fe en la resurrección no es un complemento, sino la radicalización de la fe en Dios, de la fe en el Dios creador.

12. Sin la fe en el Resucitado falta confirmación y autoridad a la fe en el Crucificado. Sin la fe en la cruz falta especificidad y resolución a la fe en el Resucitado. El distintivo último del cristianismo es Cristo Jesús en cuanto crucificado.

13. El nacimiento de la Iglesia sólo puede explicarse a partir de la fe en el Jesús resucitado a la vida: la Iglesia es la comunidad de los que han abrazado la causa de Cristo Jesús y la atestiguan como esperanza para todos los Hombres.

14. La diferencia decisiva entre ‘católico’ y ‘protestante’ no reside hoy en determinadas doctrinas tradicionales distintas, sino en las diversas formas actitudes básicas que han ido tomando cuerpo a partir de la Reforma, pero cuya unilateralidad también puede hoy ser superada e integrada en una auténtica ecumenicidad.

15. La base ecuménica de todas las Iglesias cristianas es la profesión de fe bíblica en Jesús en cuanto Cristo, esto es, en cuanto determinante de las relaciones del Hombre con Dios y con los demás Hombres. Esta profesión de fe se ha de traducir a cada nuevo tiempo de forma nueva.
¿Quién obra cristianamente?
16. Lo distintivo de la acción cristiana es el seguimiento de Cristo. Cristo Jesús es la encarnación personal, viva y determinante de su causa: encarnación de un nuevo planteamiento y un nuevo estilo de vida. Por ser una persona histórica concreta, posee Jesús una plasticidad, una perceptibilidad y una realizabilidad que no puede tener ninguna idea eterna, ningún principio abstracto, ninguna norma general y ningún sistema de conceptos.

17. Para el Hombre de hoy Jesús constituye un modelo básico de una manera de ver y vivir la vida, y que ha de verificarse de múltiples formas. Él en persona es, para el individuo como para la sociedad, en lo positivo como en lo negativo, una invitación (¡tú puedes!), un llamamiento (¡tú debes!), un reto (¡tú eres capaz!): facilita en concreto una nueva orientación y actitud fundamental, nuevas motivaciones, disposiciones y acciones, un nuevo sentido y una nueva meta.

18. También para la Iglesia debe seguir siendo Jesús determinante absoluto. La Iglesia únicamente es fidedigna cuando camina en seguimiento de Cristo como Iglesia transitoria, en acto de servicio, consciente de su culpa, decidida. De esto, en cada tiempo, se deben sacar las consecuencias prácticas en orden a la permanente reforma intraeclesial y a la comprensión ecuménica.

19. En la superación de lo negativo es donde la fe cristiana, como los humanismos no cristianos, tienen su prueba decisiva. Para los cristianos, la plena superación de lo negativo sólo tiene sentido a partir de la cruz. El seguimiento de la cruz no significa adoración cultual, ni interiorización mística, ni imitación ética. Significa correspondencia práctica, pluriforme, con la cruz de Jesús; en esta correspondencia, y con plena libertad, el Hombre descubre y trata de recorrer su propio camino de la vida y dolor.

20. A la vista de Jesús crucificado, y sin que mengüen para nada sus exigencias de acción, lo que para el Hombre en definitiva importa no es su rendimiento (rehabilitación por las obras), sino su confianza incondicional en Dios, en el bien como en el mal, y el sentido último de su vida (rehabilitación por la fe).
Tomado de: Hans Küng, 20 tesis sobre ser cristiano, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1977.

jueves, julio 23, 2009

‘Credo para el tiempo secular’ de Dorothee Sölle

Georges Rouault, Cabeza de Cristo, ¿?

‘Creo en Jesucristo,
quien como sólo hombre nada podía realizar.
Y también nos sentimos así.
Que luchó para que todo cambiara
y fue por eso ejecutado.
Esto es criterio para comprobar
cuán esclerotizada está nuestra inteligencia,
cuán sofocada nuestra imaginación
desorientado nuestro esfuerzo,
porque no vivimos como él vivió.
Y hasta tememos cada día
que su muerte haya sido en vano,
porque lo enterramos en nuestros templos
y traicionamos su revolución,
medrosos y sumisos ante los poderosos del mundo.
Y olvidamos que resucita en nuestras vidas
para que nos liberemos
de prejuicios y prepotencias,
del miedo y del odio,
y llevemos adelante su revolución hacia el Reino.’

Dorothee Sölle (1929-2003)

lunes, julio 20, 2009

Tres aniversarios de importancia

Ya ven que esto de conmemorar fechas y personajes me gusta... y ahora tocan dos acontecimientos históricos de gran relevancia y un aniversario luctuoso.

El primero, ¡inolvidable!


Me quito el sombrero ante estos tres héroes y pioneros de nuestra época, Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin E. ‘Buzz’ Aldrin, junto a toda esa generación de hombres y mujeres de Estados Unidos y la Unión Soviética que ensancharon, como Magallanes y Colón, los horizontes (y no sólo geográficos) de la Humanidad. Y sí, aprovecho para decirlo: desecho sin más todas las teorías de la conspiración sobre las misiones Apollo, pues me parecen totalmente ociosas y estúpidas.

Aquí más fotos sobre la misión:

Video que celebra el XL aniversario del alunizaje.

El cohete Saturno V, transportando al Apollo XI, despega del Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, Florida, el 16 de julio de 1969.

La tripulación.

La huella de Aldrin sobre la Luna, hecha el 20 de julio de 1969.

Los tres héroes en la Casa Blanca, en 2004.

El segundo, es el atentado contra Adolf Hitler, perpetrado por el coronel Claus Philip Maria Schenk Graf von Stauffenberg el 20 de julio de 1944. No hace falta conocer mucho sobre la II Guerra Mundial en Europa para darse cuenta del valor simbólico y moral que tuvo este acto, en un intento por terminar con una guerra criminal. Esto es en honor de Von Stauffenberg, Von Tresckow, Von Witzleben, Olbricht, Beck, Von Quirnheim y demás hombres que, independientemente de si lo hicieron demasiado tarde o no, prefirieron traicionar el statu quo antes que a su conciencia.


El último es el XX aniversario luctuoso de la muerte del director de orquesta Herbert von Karajan, acaecida el 16 de julio de 1989. Como ya le hice un breve homenaje el año pasado, con motivo de sus cien años de nacido, sólo dejo la liga a aquella entrada, y dejo su versión de la ‘Cabalgata de las valquirias’, de la ópera La Valquiria de Wagner, que, por cierto, era el nombre clave de la operación con la que Stauffenberg y los suyos realizaron el golpe de Estado contra Hitler.


G. G. Jolly

martes, julio 14, 2009

Sobre el sacramento de la penitencia

Alguna vez le oí lo siguiente a un enjundioso (y quizá algo exagerado) jesuita que rozaba los ochenta años, con un tono que va a lo que va, sin importar los matices, al Evangelio puro y duro (demasiado duro, incluso, como Juan Bautista, Ecequiel o Amós). Me abstengo de decir más y se los dejo a consideración:

‘Durante treinta años me senté cada sábado en el confesionario por varias horas, y fue siempre la misma cantaleta:
—Padre, le estoy poniendo los cuernos a mi esposo.

Padre, me masturbo frecuentemente.

—Padre, falté a misa dos domingos y comulgué sin haberme confesado.
¡Y nunca, nunca de los nuncas oí un solo pecado contra la Justicia!
Padre, le pago una miseria a mis obreros, pero yo acabo de cambiar de coche.

—Padre, trato mal a mi sirvienta; no me gusta su aspecto, porque es indígena.

—Padre, yo conté los votos de la elección de mi sindicato y cambié los números porque acepté un soborno.
Después de esos 30 años, dejé de confesar gente.’

G. G. Jolly

miércoles, julio 08, 2009

‘Seguro rey de tu amor’ de J. E. Eielson

Para N.

G. G. Jolly

Amedeo Modigliani, s/t, s/f.

Cansado de saber que eres ceniza
O que eres solamente luz
Vestida de carne y hueso. Cansado
De saber que todo pasa
Que todo lo que vemos y tocamos
Ya no es nada. Cansado
De verte brillar como un diamante
En la palma de mi mano
Sabiendo que mi mano
Es sólo la mano
De un esqueleto que tropieza
Y que ya no te acaricia. Cansado
De tanto número insondable
De tanta palabra vacía
De tanta tierra que se mueve
De tanto cielo imposible. Comienzo
Nuevamente donde todo se acaba
Renazco de tu amor como un mendigo
De la tierra como un rey que no reposa
Enjoyado para siempre
Por tu propia ceniza.

lunes, julio 06, 2009

Iglesia y sexo



Fotos: Sergio Mares García

‘Un alma en Dios escondida
¿Qué tiene que desear,
Sino amar y más amar,
Y en amor toda escondida
Tornarte de nuevo a amar?’

Santa Teresa de Jesús

Hablar de sexualidad e Iglesia es arriesgarse peligrosamente a caer en lugares comunes y desembocar en salidas fáciles. Por una parte, las reacciones viscerales, de signo contrario pero igualmente guiadas por el prejuicio ciego, tanto de odio y repulsión hacia el cristianismo (y particularmente a la Iglesia Católica), como las de puritanismo y miedo hacia la sexualidad. Y, por otro, aquellos intentos que tratan de distinguir entre cristianismo y la ‘institución’ (regida por ancianos recalcitrantes); las voces críticas que, desde el seno cristiano, abogan por una ‘liberalización’…

Pero evitemos los lugares comunes y las salidas fáciles. Así como el cristianismo no es uno solo, monolítico, tampoco lo es la Iglesia, esa comunidad viva de creyentes con veinte siglos de compleja historia, a lo largo de la cual ha estado en perenne conflicto y contradicción con lo que debe y puede ser, con la mirada en el hoy y también en la eternidad, con el deseo en el cielo y la voluntad en la tierra, presa de la gracia y del pecado, tratando de resolver estas cuestiones a la luz de los tiempos que corren lo mismo que al resguardo de una añeja Tradición, a través de instituciones humanas y de golpes del Espíritu… y el campo de la sexualidad no ha sido la excepción.

Primero, citemos lo que dice el mismo Magisterio de la Iglesia: ‘La persona humana, según los datos de la ciencia contemporánea, está de tal manera marcada por la sexualidad, que ésta es parte principal entre los factores que caracterizan la vida de los hombres y mujeres en el plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo así mucha parte en su evolución individual y en su inserción en la sociedad’. (Congregación para la doctrina de la fe, Declaración Persona humana acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, Roma, 1975. I.)

Y sí, ese documento tiene toda la razón. La sexualidad es el principal agente de vitalidad en el ser humano, la mayor fuerza de su existencia, en tanto que de ésta dependen la conciencia que tiene de sí mismo y de los demás (su ser varón o mujer), su relación con los objetos y con otras criaturas (los afectos: que generan rechazo o apego hacia algo o alguien), su capacidad de comunicación, interrelación y socialización y, por supuesto, su subsistencia misma como especie. Es decir, que la sexualidad es una fuerza tan importante y tan poderosa que ella es la herramienta de co-creación, de ella depende la generación de nuevas vidas. Y, por supuesto, la relación entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, las amistades y las enemistades, el enamoramiento y la entrega desinteresada son las expresiones por antonomasia de la sexualidad; son, precisamente, las que nos diferencian de los animales, pues no es lo mismo la maternidad o el cortejo de los animales que la canción de cuna o la historia de Romeo y Julieta, Tristán e Isolda…

Yo pregunto: ¿acaso no la fe cristiana, que anuncia a un Dios que es Amor (1 Jn IV, 8) y que se entrega a sí mismo a la muerte por amor (Jn III, 16; Jn XIII, 1; Rm V, 8; Ef II, 4-7; 1 Jn IV, 9) y que se condensa en el doble mandamiento de amor a Dios y al prójimo (Lc X, 27), perdería todo sentido sin la sexualidad humana? ¡Sin sexualidad no habría fe! Sin la energía que nos constituye como personas, que nos sale del fondo del vientre y del alma, ¿cómo ‘dar la vida por los hermanos… y permanecer en el amor de Dios’ (1 Jn III, 16)? ¿Podemos imaginarnos una Teresa de Ávila viviendo en santidad sin el Amor que la atravesaba o a Francisco de Asís negando su sexualidad, guardándose el amor por los Hombres y por las criaturas? A pesar de su apariencia pequeña y frágil, ¿no Teresa de Calcuta era un buldózer de energía sexual, de maternidad universal?

Vayamos más lejos, incluso, al mismo Dios del cristianismo, al Hijo de Dios, que asumió un cuerpo humano; de un varón, para ser exactos, con un pene y testículos, con hormonas masculinas que engrosaron su voz y lo revistieron de pelo corporal… Un ser humano con tal ardor en las entrañas que lloraba ante la muerte de su amigo Lázaro, se conmovía ante el derroche de la pecadora a sus pies, acogía en su regazo al joven Juan, se compadecía tiernamente del testarudo Pedro, sudaba sangre en su noche oscura de fe, perdonaba a sus torturadores y verdugos…

¿Por qué, entonces, esa visión tan negativa o, en el mejor de los casos, recelosa, de la sexualidad de tantos cristianos? ¿Por qué esa contradicción con su núcleo mismo (a veces herética) cuando, más todavía si, y hay que decirlo con todas sus letras, la Iglesia tiene una actitud más conciliadora (entreguista, incluso) con algo que es completamente ajeno al Dios crucificado: el poder?

La respuesta quizá sea esa serie de dicotomías, que le hacen oscilar como un péndulo hacia un extremo u otro. Su misma historia lo prueba.

Para empezar, el judaísmo desdivinizó la sexualidad y la puso en el centro de la existencia humana. Pese a los conceptos de ‘pureza’ e ‘impureza’, que pueden sonar anacrónicos, el judaísmo, siendo una religión del justo medio, unió a Dios y a los Hombres, en la generación de vidas nuevas y la realización del proyecto divino en la Creación, en la familia y en la sociedad. El cristianismo radicalizó el judaísmo en todos sus aspectos, y llevó la ética sexual judía a nuevas alturas. Devolvió la dignidad a los ‘impuros’ y a los estériles; la virginidad se alzó como un valor de protesta ante el puritanismo judío y el permisivismo pagano. Es innegable, por tanto, que el cristianismo se originó con una ética sexual muy fuerte y central para su mensaje, al mismo tiempo que quedó expuesta a los excesos de un lado y de otro.

El cristianismo medieval, en cambio, habiéndose separado del judaísmo y superado al paganismo, se estabiliza. Asume la sexualidad y tantos otros aspectos humanos como algo natural. Llega incluso a reivindicar a ese Dios humano, con un cuerpo, sexuado, lo mismo que la valía de la unión conyugal, ante los cátaros, por ejemplo, que rechazaban cualquier contacto corporal.

Esa adaptación tan natural llegó a olvidarse de la ética radical cristiana y, hasta cierto punto, originó los excesos y las ansias de cambio que llevaron a la Reforma. No es coincidencia que las distintas corrientes protestantes hayan hecho de los escándalos sexuales del cristianismo un estandarte de denuncia y programa de renovación.

Es, pues, a partir de Trento, que la Iglesia Católica emprende un arduo camino de reforma interna que durará siglos como respuesta a la crítica y al enfrentamiento con los protestantes. El péndulo oscila nuevamente a una ética fuerte, férrea y, en efecto, puritana.

Hoy en día, la Iglesia arrastra aún esas actitudes puritanas y moralinas de antaño, mientras que trata de asimilar la radical revolución sexual del siglo XX. Aprendiendo de su historia, intenta una misión casi imposible: mantener el péndulo en el medio. Quiere proponer una visión de la sexualidad fiel al mensaje evangélico, que humanice y libere: de una sólida ética que ponga al otro en el centro y que denuncie el culto al cuerpo, al placer, a la transgresión, al egoísmo y al sexo como mercancía de la posmodernidad, al tanto que la abra a ella misma a aprender del mundo, a abrazar el sexo como algo central en el plan divino (ese ‘lenguaje divino de los cuerpos’, como lo ha llamado Juan Pablo II), a romper tabúes y silencios incómodos en su interior.

La sexualidad es una energía destinada por Dios a salvar de la esterilidad no sólo a las personas, sino a las culturas y a los pueblos. La Iglesia, si ha de ser fiel a su misión en el mundo, tendrá, por tanto, que ser primero fiel a sí misma y poner esa energía como base para todo su obrar.

G. G. Jolly

viernes, julio 03, 2009

¿Por qué voy a votar por el PSD?


Mañana son las elecciones intermedias en México, y yo, como creo haber dejado bastante claro en mis entradas anteriores sobre el tema, no sólo sí pienso ir a las urnas, sino que, de hecho, he de marcar con una cruz el logotipo de un partido específico: el Partido Social Demócrata. Pero, ¿por qué?


Antes que nada, tendré que introducir un ex cursus: ¿por qué no me sumo al movimiento anulista, que pretende expresar un profundo sentimiento de protesta y rechazo ante el panorama político del país y, en especial, de sus partidos? De entrada, acepto que me parece muy loable que los ciudadanos estén discutiendo, que se preocupen de ser críticos sin llevarse entre los pies al sistema democrático, que piensen y debatan, que justifiquen sus posturas.

Sin embargo, confieso también que estoy de acuerdo con mi amigo Diego, que cuestiona la actitud de fondo de la anulación consciente del voto (posmoderna completamente, y en el mal sentido). Es un gesto simbólico, que puede ser muy efectivo, por supuesto, aunque también provee una salida de emergencia al callejón aparentemente sin salida que es la realidad: excusa del compromiso y ahorra el esfuerzo de encarar esa realidad, evita tener que ser humilde y verse obligado a transigir con los propios ideales en pos de un acuerdo, dispensa de la creatividad y astucia necesaria para resolver problemas complejos con pocos recursos y en situaciones límite. Es guardar el dinero bajo el colchón: no redituará ningún interés, pero tampoco implicará ningina pérdida. Mediocridad llana y pura.

Así, lo mismo que hacen quienes votan corporativamente, va a hacerlo la mayoría de los anulistas: votar y... nada más. Muy pocos (o ninguno) querrán, durante los próximos tres años y hasta las elecciones de 2012, gastar ni tiempo ni esfuerzo en seguir protestando (de forma simbólica o práctica), o en proponer alternativas, unirse a alguna ONG, escribir y llamar insistentemente al representante de su distrito y mucho menos contribuir con su entereza moral (que al fin y al cabo es el punto de partido del voto nulo) a reformar un partido o la vida política desde su interior.

Yo creo, en cambio, que no hay democracia sin partidos y que hay, forzosamente, que trabajar con lo que se tiene, a riesgo de desaparecerlos y suplantarlos (y con ellos el sistema democrático) con quién sabe qué régimen Frankenstein... Me tomé, por tanto, el tiempo para discernir y elegir una entre las opciones existentes, puesto que los partidos ‘puros’ e ‘incorruptos’ no existen. Escogí, pues, al Partido Socialdemócrata, si bien no tengo yo un pelo de izquierdista, por varios motivos:
  • Porque percibo en él una base de ciudadanos que quieren expresar su desacuerdo con la clase política haciendo ellos mismos política, en el marco democrático, dentro de instituciones concretas y bajo las leyes vigentes.
  • Porque siento sus propuestas con mayor cercanía a los intereses del ciudadano de a pie. Esto, muy probablemente, porque veo que el PSD le otorga prioridad al individuo y no al ‘pueblo’, a la ‘gente’ o a ‘México’ (todos ellos encarnados... en el Estado).
  • Porque han hecho una campaña inteligente. No sólo porque han hecho buenos anuncios (y no sólo comparados con la basura de los otros partidos), sino que han puesto los puntos sobre las íes en temas de suma importancia: que las cosas, efectivamente, NO se solucionan a balazos y que México SÍ, a todas luces (¡once mil muertos!), vive una guerra civil.
  • Porque creo que este país, por mera salud política, se merece un partido de izquierda moderna. El PRD me ha convencido hasta la saciedad de que sigue atado a todos los vicios del priismo y de la izquierda neandertal de Latinoamérica (su modelo sigue siendo Cuba y no España): victimismo pseudonacionalista, caudillismo, intolerancia, jacobinismo, violencia, populismo, estatismo, xenofobia, corporativismo... entre otros tantos ismos.
He de decir que no es una opción impecable ni que me resulta del todo fácil. Como dije antes: no soy de izquierda (y me remito a una entrada al respecto). Es más, soy un católico convencido que se opone con firmeza al aborto, la eutanasia, el ‘matrimonio’ homosexual (y todo eso de los ‘derechos de las minorías’), etc., y que sospecha del Estado ‘laico’ tal como se entiende en México. Para colmo, no son dogmas y creencias religiosas lo que más me hace repeler tantas propuestas de izquierda: soy un libertario friedmaniano que le rehúye al Estado y sus ‘buenas’ intenciones, a sus ‘reconocimientos’, impuestos altos, gasto ‘social’, proteccionismo, asistencialismo, el tamaño excesivo de su burocracia y, por supuesto, su fuerza bruta.

Mas las razones que argumenté a favor del PSD son de mayor peso. Además, no tengo de otra: ya mencioné por qué el PRD no merece, a mis ojos, ni siquiera ser considerado; el PRI es todavía peor, con todos los vicios de la política mexicana habidos y por haber y ninguna ideología whatsoever; el Verde incurre en el populismo más execrable, apelando a los bajos instintos del electorado y cargándole al Estado prerrogativas y obligaciones estúpidas, como la de matar a sus ciudadanos; mientras que el partido de tradición cristiana y liberal (y que, por lo tanto, debería ser el más cercano a mis convicciones) es el que más me ha decepcionado, sobre todo porque lo voté en 2006... Aquel partido de larga tradición ciudadana y congruencia de valores, que luchó durante décadas en las urnas, en los cafés, en el papel, que aguantó palos, cárcel y fraudes... no existe ya: de lo ‘cristiano’ no le queda sino el conservadurismo más rancio (que se lleva el aplauso unánime de los cabezas huecas con mitra) y el legado ‘liberal’ (ése del que, supuestamente, Calderón era el heredero, como hijo pródigo de Castillo Peraza y él mismo el candidato del compromiso posible, como vaticinó con no poca buena voluntad y razón Sabina Berman, aunque se haya equivocado) se ha esfumado también. El PAN se ha desplazado peligrosamente hacia la derecha en el sentido más aberrante del término: nacionalismo ciego, aura metafísica alrededor de la figura presidencial, militarización, discursos maniqueos... aunque no en la economía, donde no difiere en nada del PRI, con sus programas ‘sociales’, control de precios, impuestos exorbitantes, burocracia y centralismo...

Por todo esto o a pesar de ello, y por mi profunda certeza de que la democracia liberal es el mejor sistema político que hay (o, quizá, el menos malo), votaré al PSD el domingo. Y sé de cierto también que mi verdadera contribución no termina, sino que comienza con ese voto.

G. G. Jolly

miércoles, julio 01, 2009

¿20 razones para NO votar? (IV)

La democracia no es perfecta, pero... ¿con qué se puede reemplazarla?

Última parte de mi réplica a las 20 razones para no votar del periódico Machetearte. (Aquí las partes primera, segunda y tercera.
16. El negocio de la partidocracia: Los partidos políticos son un negocio millonario para sus funcionarios y candidatos, y se nutren del presupuesto público, no de sus militantes.
En éste punto sí estoy totalmente de acuerdo. Por eso propongo eliminar completamente el financiamento público de los partidos políticos e imponer un monto máximo a las contribuciones individuales y corporativas a ellos. De esta manera no nada más se obliga a los partidos a controlar y gastar más sabiamente su presupuesto, sino también a realizar, a la par que a las campañas electorales, campañas de recaudación de fondos. Y, por otra parte, dejará de transferirse la mayor parte de esos miles de millones de pesos del erario público en forma de millones de inútiles (y malos) spots a los bolsillos de los dos plutócratas que controlan los medios de comunicación en este país.
17. El poder de los medios de comunicación: Lejos de la ciudadanía, las decisiones las toman los dueños de la radio y la televisión para su beneficio, gozando de total impunidad, y se quedan con la mayor parte del presupuesto electoral.
Creer que los medios deciden por las personas es llamar a la gente, simple y llanamente, idiota. Por fortuna, las personas no son retrasadas mentales y cada vez más deciden utilizar medios alternativos o de formas distintas a los convencionales. Un primer paso, como ya dije, es quitarles el ingente presupuesto público a los partidos, que va a parar a manos de los grandes medios; el otro es que unos ciudadanos cada vez más informados y responsables, mediante blogs, twitters, videos autoproducidos, redes, etcétera, pongan ellos en jaque al cuarto poder.(1)
18. Tu voto avala toda esta podredumbre: Participar con tu voto en las elecciones, incluso anulándolo, significa estar de acuerdo con esa forma pervertida de hacer política, aunque no te gusten los candidatos o partidos en turno.
Este párrafo está de acuerdo, más bien, con la abolición de las elecciones y, por tanto, del sistema democrático. Es una realidad que no existe ninguna mejor forma de expresar la voluntad popular (y no ésa con mayúsculas que dicen encarnar los caudillos y Partidos únicos, sino la suma de las voluntades individuales) que mediante la democracia electoral. El voto (aunque sea nulo), por su solo hecho, avala el sistema más noble que ha conocido el ser humano para expresar su voluntad política. Es la apatía y la irresponsabilidad del ciudadano y el descaro y la codicia de los políticos profesionales, la corrupción y falta de integridad de toda la sociedad, las que causan, avalan y promueven la podredumbre.
19. Las ilusiones no caben en las urnas: La democracia, la libertad y la justicia no caben en las urnas, y les quedan grandes a este sistema político.
A riesgo de verme pesimista y relativista, he de decir que, en efecto, las ilusiones no caben. Lo que cabe en las urnas son propuestas concretas, prácticas, que sean capaces de transigir con esos altos ideales y construir soluciones consensuadas. Las ilusiones producen desilusión... ah, y también el Gulag, las policías secretas, las desapariciones a media noche, la guillotina, todo con tal de alcanzar ‘verdaderas’ democracia, justicia y libertad...
20. Obligados a construir otra cosa: La abstención consciente y organizada es liberación: nos llevará a pensar y construir otra forma de hacer política. Mejor quédate en casa a pensar cómo vamos a derrocar a este sistema y toda su clase política. El primer paso para dar media vuelta es detenerse: Detén tu voto y… piénsale a fondo.
En vez de que sea yo quien haya de comentar esto último, porque sólo puedo quedarme preocupado por qué clase de sistema habría de reemplazar a la democracia mexicana, dejo que lo haga Giovanni Sartori: ‘El verdadero peligro que amenaza a una democracia que oficialmente ya no tiene enemigos no está en la competencia de contraideales, está en reclamar una verdadera democracia que trasciende y repudia la que hay.
G. G. Jolly

(1) Véanse, en el número 103 de Letras Libres, los artículos ‘La red social o cómo desnudar al rey’ de Fernando García Ramírez y ‘El periodismo y el conflicto’ de Arcadi Espada.

¿20 razones para NO votar? (III)

Después de la primera y la segunda, he aquí mi tercera entrega, en contra de las 20 razones para no votar del periódico Machetearte.


11. Vida de privilegios: El sistema político está diseñado para ser una forma de vida con privilegios, lo de menos es el partido o qué puesto de gobierno sea.
No está diseñado específicamente para eso, pero sí es un problema muy serio... culpa de los ciudadanos, que, tal como dije en la primera parte de esta réplica, somos pésimos empleadores. A mi juicio, son dos los problemas de fondo y dos las soluciones: que los partidos políticos no sean económicamente autosustentables (que, hagan lo que hagan, tengan su presupuesto asegurado) y que los cargos públicos no sean rentables. En México, el oficio de político es lo mejor a lo que puede aspirarse en términos de dinero, mientras que en otros países es una profesión dura y mal pagada. En EE. UU., por ejemplo, el funcionario público con el mayor salario es el Presidente, que no gana ni de cerca lo que la media de los ejecutivos de las industrias privadas, por no hablar de los deportes o el entretenimiento... Partidos políticos que tienen que romperse la espalda para llenar su alcancía y funcionarios públicos a los que se les dificulta llegar a fin de mes, ¡como al resto de los ciudadanos!


12. Dependencia: Este sistema perverso de partidos políticos es fomentado por los Estados Unidos en todo el mundo para controlar a los gobiernos.
¡Caramba! ¡Cómo no lo había sospechado antes! Los villanos de fuera tienen la culpa, como siempre. ¿Por qué no mejor optar por un sistema más ‘noble’, menos dependiente, como el soviético? ¡Si Moscú nunca manipuló a nadie ni se inmiscuía en los asuntos internos de sus satélitos, digo de otros países! ¡Ups! Pero ya no existe la U. R. S. S. ¡¿Y ahora, quién podra defendernos?! ¡Caracas, por supuesto!
13. Sin representatividad: Los ganadores de las elecciones no representan al pueblo sino a sí mismos y a los dueños del capital; no tienen la responsabilidad de rendir cuentas al pueblo.
tienen esa responsabilidad, aunque, bueno, podemos aceptar que les importa un bledo. ¿Los dueños del capital? ¿Quiénes son, pregunto, los dueños del capital que mantiene los partidos y paga los salarios de los servidores públicos? Porque el dinero de los impuestos también cuenta como capital, ¿no? Es decir: a los ciudadanos, que tienen a su vez la responsabilidad de exigir cuentas, tampoco nos importa.
14. Corrupción e impunidad: El sistema político legaliza la corrupción, propicia complicidades y protege a los gobernantes.
Éste es el meollo del asunto, la causa principal de todos los desmanes que hay en México. Por más leyes que existan, si no hay estado de derecho, si no se cumplen, de nada sirven. El imperio de la impunidad es igual que la anarquía. Y nuevamente pateo la pelota hacia el campo de los ciudadanos, sin excusar a la clase política: ¿Quiénes tienen tan poca memoria histórica como para, por decir algo, seguir votando por un ‘nuevo PRI’ que postula como candidatos a líderes sindicales de la peor calaña, salidos de cloacas ochenteras (Schiaffino), o exgobernadores con fraudes y abusos de poder en su haber (Zapata, Del Mazo)? ¿Quiénes, tras indignarse y despotricar contra el nefasto sujeto implicado en el escándalo en turno (Bejarano, Marín, Montiel, Bours...), pasan al siguiente sin más? ¿Dónde están el voto de castigo, la multiplicación de ONGs, el cabildeo, el bombardeo en los medios, las ‘huelgas fiscales’ (aunque el pago de impuestos es otro problema...), la autoimplicación partidista? ¿Quiénes creen que con anular su voto van a hacer suficiente por cambiar las cosas? ¿Quiénes son los primeros en despreciar y violar la ley, aparcando en doble fila, comprando piratería, tirando basura, pintarrajeando paredes, dando mordidas? ¿Cuántos ciudadanos tienen las agallas y la entereza moral de dejarse pisotear y permanecer en la ‘mediocridad’ burocrática antes que ascender mediante lambisconerías, enriquecerse con malversaciones, especular con propiedades ajenas, descalificar mediante mentiras? ¿Cuántos trasladan sus quejas antipartidistas de la sobremesa al interior de los partidos, donde, con integridad personal y aguantando varazos, ayudan a transformar desde dentro las estructuras?
15. Instituto de fraude electoral (IFE): Grupo de sinvergüenzas que utilizan las elecciones como trampolín para seguir gozando los privilegios de la clase política; no representan a la ciudadanía sino a los intereses de los partidos, y no tienen credibilidad alguna.
Siendo una institución ciudadana, administrada por ciudadanos que, además de ser crucial para el nacimiento de la democracia en México, a lo largo del tiempo el IFE ha probado su efectividad y confiabilidad. ¿O qué acaso era mejor cuando los votos los contaba la Secretaría de Gobernación? Lo cual no quiere decir que no sea una institución perfectible, independiente de los partidos (que han tratado de acotarla en varias ocasiones, como en la última reforma electoral).

Un último comentario y una nota...

¿No es un contrasentido hacer esa distinción maniquea entre ‘ciudadanía’ y ‘clase política’, como si los políticos profesionales no fueran ciudadanos o que los ciudadanos, aún sin dedicarnos a la política de lleno, dejáramos de tener intereses políticos?

Hace falta rescatar el significado original, altruista, de la palabra ‘política’, como decía Hannah Arendt: el amor al mundo.

G. G. Jolly

Continuará...

¿20 razones para NO votar? (II)


En una primera parte, me propuse rebatir los 20 puntos del diario Machetearte, que ennumeran veinte razones para no ir a votar el próximo 5 de julio, en las elecciones intermedias de México. Continúo.
6. División y competencia: Los partidos políticos confrontan a los mexicanos, impiden la unidad y la cooperación.
Este enunciado me hace sospechar de las palabras ‘unidad’ y cooperación. Hablar de la ‘unidad’ de un país y de sus altos ideales es una receta para el aplauso, mas expresa algo que, en caso de que exista, es contrario a la idea de democracia. La existencia misma de partidos (políticos y de otro tipo) es expresión de las ideas y objetivos de distintos sectores de la población de un país. El bien común de esta población no se construye a base de grandes utopías, sino de los compromisos políticos reales entre partidos, lo cual garantiza precisamente que ninguna utopía atropelle los intereses concetros de cualesquiera facciones. La democracia presupone pluralidad. Pluralidad significa oposición. Y toda oposición causa confrontación. Y aquí es donde entra en juego la tolerancia, que obliga a respetar al contrario, pero que no impone ‘unidad’. Más bien, ‘unidad’ me suena al Líder y al Partido que encarnan la ‘voluntad nacional’ y ‘cooperación’ al sometimiento de los individuos a dicha ‘voluntad’.
7. El voto secreto es un voto de miedo: En una sociedad democrática nadie tiene por qué tener miedo de manifestar su opinión.
Nadie en este país tiene por qué ocultar sus preferencias electorales. Cualquier persona puede discutir libremente en cualquier lado, puede escribir cualquier cosa, puede colgar cualquier cartel en casi cualquier lado. Es más, ¡puede afiliarse a un partido político o a cualquier organización que desee! Y puede no hacerlo. Puede incluso mentir acerca de la orientación de su voto, y el mismo día de la elección, solo tras la cortinilla, marcar la opción que le venga en gana. Hoy día, coaccionar o comprar el voto es un delito. Se presta a ello quien así lo desea.
8. Individualismo: El sistema electoral no está diseñado para que la gente dialogue y resuelva los problemas del país.
Las campañas electorales son exactamente eso: un proceso de diálogo y de intercambio entre partidos políticos, facciones dentro de los partidos, organizaciones y sociedad civil. Para ello, la gente con intereses y ambiciones afines se organiza (lo que llamamos ‘partido’), participa en esa misma organización y contribuye a su programa; los partidos buscan el apoyo ciudadano (su colaboración directa, apoyo económico o el simple voto) y los ciudadanos se informan y eligen el partido que más represente sus intereses y valores y, tras votar, se aseguran de que esa relación de apoyo mutuo permanezca y madure.
9. Parásitos plurinominales: Tu voto repartirá el botín a candidatos plurinominales por los que nadie votó, que no representan a nadie, y que son los más parásitos y sinvergüenzas de la política.
Es cierto. Este sistema no ha hecho sino crear un nicho para la vieja casta de políticos ‘de carrera’, por los que nadie vota y que, por tanto, no tienen bases a quienes rendir cuentas. Sin embargo, hay que recordar que también garantiza que, por lo menos, la voz de los partidos minoritarios sea escuchada y enriquezca las discusiones y las tomas de decisiones (el caso de los partidos plurinominales en la República de Weimar es un buen ejemplo). Sin embargo, yo soy de la idea de hacer posible la reelección indefinida a los cargos legislativos (en distritos fijos), a cambio de la existencia del sistema plurinominal.
10. Inútil a la Patria: Este sistema político es el mismo que ha vendido el país, ha enriquecido a los grandes empresarios y ha dejado en la miseria a millones de mexicanos.
La ‘Patria’ no existe y en la democracia hay poco espacio para la metafísica, para concepciones místicas del ‘alma nacional’ y la ‘identidad profunda’. Y, por otro lado, las injusticias sociales tienen causas muchísimo más complejas y antiguas que ésa, una de las cuales (y principales) es el régimen surgido de la Revolución, que, ése sí, era la encarnación misma de los ‘valores nacionales’, que garantizaba la ‘unidad’ y cuyo aparato era la quintaesencia de la ‘cooperación’. Por supuesto, había una verdad oficial, una sola voluntad nacional, un solo techo bajo el que cabía todo y un solo administrador de esos altos ideales: el Presidente-Emperador...

G. G. Jolly

Continuará...