lunes, noviembre 27, 2006

‘La oración de la liberación integral: el Padrenuestro’ de Leonardo Boff, O. F. M. (II)

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Ni teologismo ni secularismo

‘Hay que evitar dos peligros sobre los que tanto Pablo VI en la Evangelii nuntiandi como los obispos de Puebla (1979) nos llamaron la atención. El primero de ellos es el reductismo religioso (teologismo), que se limita, en la acción de la fe y de la Iglesia, al campo estrictamente religioso, al culto, la piedad, la doctrina. El papa Pablo VI sostuvo claramente que “la Iglesia no puede circunscribir su misión únicamente al campo religioso, como si se desinteresara de los problemas temporales del hombre” (Evangelii nuntiandi, 34). Puebla fue todavía más contundente: “El cristianismo debe evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida la dimensión política. [La Iglesia] critica por esto a quienes tienden a reducir el espacio de la fe a la vida personal o familiar, excluyendo el orden profesional, económico, social y político, como si el pecado, el amor, la oración y el perdón no tuvieran allí relevancia” (515). Se subraya, pues, la necesidad de comprender adecuadamente el cristianismo, no como una región de la realidad (el campo religioso), sino justo como un proceso de encarnación de toda la realidad para redimirla y hacerla materia del reinado de Dios. La fe ha de ser verdadera y salvífica, y es tal cuando se hace amor. Y el amor que nos hace apropiarnos de la salvación no es una teoría; es una práctica. Sólo la fe que pasa por la práctica del amor merece ese nombre. Es imprescindible, pues, articular la fe con las demás realidades de la vida.

El segundo peligro es el reductionismo político (secularismo), que restringe la importancia de la fe y de la Iglesia al espacio estrictamente político, reduciendo su misión “a las dimensiones de un proyecto meramente temporal; sus objetivos, a una visión antropocéntrica; la salvación de la que es mensajera y sacramento la Iglesia, a un bienestar material; su actividad ─olvidando todas las preocupaciones espirituales y religiosas─, a iniciativas de orden político y social” (Evangelii nuntiandi, 32; Puebla, 483). La fe tiene ciertamente una cara vuelta hacia la sociedad, pero no se agota en es; su mirada originaria se orienta hacia la eternidad y desde ahí contempla la actividad política y permea la acción social. Anuncia y señala ya dentro de la historia una salvación que la historia no puede producir, una liberación tan plena que engendra la perfecta libertad, pero que empieza ya ahora aquí en la tierra.

Estos dos reductismos desgarran la transparencia y la unidad del proceso encarnacional. Hay que superar este dualismo antitético y establecer una correcta articulación y una relación adecuada entre la liberación humana y la salvación en Jesucristo: “La Iglesia se esfuerza por insertar siempre la lucha cristiana a favor de la liberación en el plan global de la salvación que ella misma anuncia” (Evangelii nuntiandi, 38; Puebla, 483; ver también Evangelii nuntiandi, 35; Puebla, 485).

El postulado de la historia y de la fe consiste en buscar una liberación integral que abrace todas las dimensiones de la vida humana: corpo-espiritual, personal-colectiva, histórico-trascendente. Cualquier reductismo, ya por el lado del espíritu, ya por el lado de la materia, no se ajusta a la libertad del hombre, al único designio del Creador y a la realidad central del anuncio de Jesús, el reinado de Dios, que abarca la totalidad de la creación.’

Tomado de: Leonardo Boff, O. F. M. , Padrenuestro, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1986. pp. 10-12.

jueves, noviembre 16, 2006

Mi prenoviciado

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Como la gran mayoría de mis lectores sabe, soy un joven de 20 años que es prenovicio de la Provincia mexicana de la Compañía de Jesús. No he hablado mucho al respecto, aunque quería hacerlo. He aquí, por fin, la crónica de toda mi nueva vida. Por ahora, quedo a deber fotos, pero ya se las pondré aquí algún día.

La puse no en éste, sino en el blog que hicimos los prenovicios: Prenovicios Jesuitas de México.

Como se trata de un texto largo, lo dividí en cinco partes:

1a. parte

2a. parte

3a. parte

4a. parte

5a. parte

G. G. Jolly

domingo, noviembre 12, 2006

‘La oración de la liberación integral: el Padrenuestro’ de Leonardo Boff, O. F. M. (I)

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La encarnación no sólo constituye uno de los misterios axiales de la fe cristiana, sino que abre también una nueva forma de entender la realidad, pues significa la mutua presencia de lo divino y lo humano, la intercompenetración de lo histórico y lo eterno. Cada una de estas dimensiones conserva su propia identidad, pero entrando al mismo tiempo en la composición de otra realidad. Jesucristo, hombre y Dios a la vez, constituye la realidad de la encarnación, paradigmática y suprema. Para comprender la novedad de esta realidad no bastan las categorías de trascendencia e inmanencia, claves del pensamiento griego, que captan, sí, el momento diferencial de cada una de esas dimensiones —lo humano no es lo divino y lo divino no es la humano—, pero no consiguen dar la razón de la coexistencia y de la mutua inclusión de ambas en el mismo y único ser. Es necesaria la ayuda de una categoría diferente, la transparencia, la cual intenta traducir la presencia de la trascendencia dentro de la inmanencia, haciendo que la una sea transparente a la otra. Lo humano es el lugar de la realización de lo divino: éste transfigura a aquél; surge una nueva realidad en tensión, compuesta por otras dos de naturaleza diferente.

1. La ley de la encarnación

El cristianismo hay que entenderlo como la prolongación del proceso encarnacional de Dios. Igual que el Hijo lo asumió todo para liberarlo todo, así la fe mira a encarnarse en todo para transfigurarlo todo. En este sentido decimos que todo, en cierto modo, pertenece al reinado de Dios; porque todo está objetivamente conectado con Dios y avocado a pertenecer a la realidad del reinado de Dios. De ahí que la fe no se interesa solamente por las realidades llamadas espirituales y sobrenaturales, sino que valora también las materiales e históricas. Todas ellas pertenecen al mismo y único proyecto encarnacional, en fuerza del cual lo divino penetra lo humano y lo humano entra en lo divino.

Debido a esta compenetración, la comunidad cristiana se compromete en la liberación del hombre en su integralidad y no sólo en su dimensión espiritual. También la corporalidad (que en su sentido pleno entraña la dimensión infraestructural económica, social, política y cultural) está llamada a la absoluta realización en Dios y a formar el reinado del Padre. Por eso la comunidad cristiana, sobre todo en estos últimos años, se ha comprometido cada vez más en la liberación de los oprimidos, de los condenados “a quedarse en los márgenes de la vida, con hambre, enfermedades crónicas, analfabetismo, empobrecimiento...”. La Iglesia —proclamó Pablo VI y lo repitió Puebla— “tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización” (Puebla, 26; Evangelii nuntiandi, 30). Y se compromete en esta tarea temporal porque tiene conciencia de que lo temporal está grávido de gracia y de realidades que pertenecen al reinado de Dios y que son transparentes y sacramentales. Con razón cantaba el poeta: “Barrendero que barres las calles, tú estás barriendo el Reino de los cielos” (D. Marcos Barbosa).’

Tomado de: Leonardo Boff, O. F. M. , Padrenuestro, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1986. pp. 9-10.

lunes, noviembre 06, 2006

¡Un cardenal bloggero!

¡Tremenda noticia para los bloggeros, y particularmente para los bloggeros católicos!

¿Quieren leer las entradas semanales y dejarle un comentario personal a Su Eminencia, Séan Patrick Cardenal O'Malley, OFM Cap., Arzobispo de Bostony vaya cardenal!)?

Aquí está la dirección:

http://www.cardinalseansblog.org/