lunes, julio 28, 2008

‘Salmo CL’ por Ernesto Cardenal

La nebulosa Tarántula, captada por el telescopio espacial Hubble.

Alabad al Señor en el cosmos
Su santuario
de un radio de 100.000 millones de años luz

Alabadle por las estrellas
y los espacios inter-estelares

alabadle por las galaxias
y los espacios inter-galácticos

alabadle por los átomos
y los vacíos inter-atómicos

Alabadle con el violín y la flauta
y con el saxofón

alabadle con los clarinetes y el corno
con cornetas y trombones
con cornetines y trompetas

alabadle con violas y violonchelos
con pianos y pianolas

alabadle con blues y jazz
y con orquestas sinfónicas
con los espirituales de los negros
y la 5.ª de Beethoven
con guitarras y marimbas

alabadle con toca-discos
y cintas magnetofónicas

Todo lo que respira alabe al Señor

Toda célula viva

Aleluya

jueves, julio 10, 2008

‘Seis errores fundamentales del activismo por la justicia’ de Ronald Rolheiser, OMI


Nuestra ingenuidad

La falta de éxito en lograr un orden mundial más justo no siempre tiene como causa la falta de esfuerzos. Muchos grupos de justicia y paz, incluyendo algunos que son cristianos, han estado intentando durante mucho tiempo desafiar al mundo hacia una mayor justicia. Demasiado a menudo, sin embargo, no han sido efectivos. ¿Por qué? Una respuesta demasiado sencilla es que la justicia no progresa demasiado porque no puede disolverse con facilidad la dureza de corazón y los poderes atrincherados del privilegio se resisten a dejarse neutralizar. Esto es verdad, pero hay también otra razón que ha hecho poco efectivos a los movimientos a favor de la justicia y la paz. Dicho de manera sencilla muchas veces somos un tanto ingenuos con respecto a lo que nos exige si queremos desafiar al mundo para conseguir más paz y justicia.

¿De qué se trata esta ingenuidad? Puede resumirse en seis falacias que con demasiada frecuencia empapan a los grupos de justicia y paz. Éstas, tal como se expresan en sus análogos primarios, son las siguientes:

1) ‘La urgencia de mi causa es tan grande que en esta etapa es correcto poner entre paréntesis las leyes que normalmente gobiernan el discurso público. Por lo tanto puedo expresarme sin manifestar respeto, ser arrogante y desagradable con aquellos que se me oponen.’

2) ‘Aquí lo único importante es la verdad de la causa y no mi vida privada particular. Mi vida privada particular, por más que esté sometida a la ira, al sexo o a la envidia, carece totalmente de relevancia en términos de la causa de la justicia por la que estoy luchando. De hecho, todo enfoque de la moralidad privada es un impedimento en el trabajo a favor de la justicia.’

3) ‘La sola ideología basta para fundamentar esta búsqueda. No se necesita hablar de Dios o de Jesús. No necesito orar por la paz. Sólo debo trabajar a su favor.’

4) ‘Juzgo el éxito o el fracaso sobre la base de un logro político mesurable. Me interesa menos un reino a largo plazo.’

5) ‘Puedo exagerar o distorsionar un poco los hechos para plantear de manera más clara el caso de la justicia. La situación es tan horrenda que no necesito ser demasiado escrupuloso con respecto a la exactitud de la verdad.’

6) ‘Soy una víctima y por lo tanto estoy ubicado afuera de las reglas.’

Tomado de: Ronald Rolheiser, OMI, En busca de espiritualidad. Lineamientos para una espiritualidad cristiana del siglo XXI, Buenos Aires-México, Lumen, 1998. pp. 225-227.

miércoles, julio 09, 2008

Dos reflexiones sobre María

Queridos lectores y visitantes: Tras una larga ausencia (o indolencia, más bien), regreso de nuevo a este espacio, con la promesa de poner una nueva entrada cada jueves. La primera se la dedico a María. Gracias por su paciencia.

Andrea Mantegna, María con el Niño dormido, 1455.

‘Cuando contemplaba a este divino niño, vencida —imagino— por el amor y por el temor, ella hablaría así consigo misma: ¿Qué nombre puedo dar a mi hijo que le venga bien?; ¿hombre? Pero tu concepción es divina… ¿Dios? Pero por la encarnación has asumido lo humano… ¿Qué haré por ti? ¿Te alimentaré con leche o te celebraré como a un Dios? ¿Cuidaré de ti como una madre o te serviré como una esclava? ¿Te abrazaré como a un hijo o te rogaré como a un Dios? ¿Te ofreceré leche o te llevaré perfumes?’

Basilio de Seleucia, Homilía sobre la Theotókos, 5.

Rafael, María con Cristo niño, 1508.

La Virgen está pálida y mira al niño. Lo que yo habría querido pintar sobre su cara es una maravillosa ansiedad que nada más ha aparecido una vez sobre una figura humana. Porque Cristo es su niño, la carne y el fruto de sus entrañas. Ella le ha llevado nueve meses y le dará el pecho, y su leche se convertirá en sangre de Dios. Y por un momento la tentación es tan fuerte que se olvida de que él es Dios. Le aprieta entre sus brazos y le dice: “Mi pequeño”. Pero en otros momentos se corta y se piensa: “Dios está ahí”, y es presa de un religioso temor ante ese Dios mudo, ante ese niño aterrador. Porque todas las madres se sienten a ratos detenidas ante ese trozo rebelde de su carne que es su hijo, y se sienten desterradas ante esa nueva vida que se ha hecho con su vida y que tiene pensamientos extraños. Pero ningún niño ha sido más cruel y rápidamente arrancado a su madre que éste, porque es Dios y sobrepasa con creces lo que ella pueda imaginar.

Pero yo pienso que hay también otros momentos, fugaces y escurridizos, en los que ella siente a la vez que Cristo es su hijo, su pequeño, y que es Dios. Ella le mira y le piensa: “Este Dios es mi hijo. Esta carne divina es mi carne. Ha sido hecho por mí; tiene mis ojos, y el trazo de su boca es como el de la mía; se me parece. ¡Es Dios y se me parece!”

Y a ninguna mujer le ha cabido la suerte de tener a su Dios para ella sola; un Dios tan pequeño que se le puede tomar en brazos y cubrir de besos; un Dios tan cálido que sonríe y respira; un Dios al que se puede tocar y que ríe. Y es en uno de esos momentos cuando yo pintaría a María si supiera pintar…’

Jean-Paul Sartre, Bariona.

Citadas en Luis González-Carvajal Santabárbara, Esta es nuestra fe. Teología para universitarios, Santander, Sal Terrae, 1998. pp. 310-311.