Ha nacido el Rey de reyes...
Una fe que no produce belleza es una fe muerta. No es una fe humana, pues es muda, ya que no habla un lenguaje humano. No apela a nada, no dice nada ni mueve a nada, porque no se ve, porque no se oye, porque no se toca, no se huele ni se saborea. Es una fe muerta (Carta de Santiago II, 14-26) que no hace el más mínimo intento por tratar de expresar lo inexpresable, de comunicar no conceptos ni ideas, sino el ardor y el éxtasis que Dios suscita. Así como una pasión más allá de toda lógica y toda razón como el amor de Dios se materializó y se tornó sensible en la Creación, así la fe irracional e ilógica del Hombre debe concretarse y mostrarse sensiblemente, como belleza, reflejo de la Belleza eterna.
Igualmente, el cristianismo es, ante todo, una experiencia, un trauma originario que se imprime en el alma y transforma la existencia, lo cual no está ni remotamente al alcance de una mera doctrina, de simples tradiciones o incluso de una fanática ideología. No es lo mismo leer una noticia sobre un choque automovilístico en el diario que verlo, desde nuestro coche, al lado de la carretera. No es lo mismo haber visto desplomarse al WTC en 2001 por televisión, que haberlo visto desde las calles de la misma Nueva York, entre gritos y llantos. Así, el experimentar, más que el saber, nos involucra y nos fuerza a tomar una postura; no es posible permanecer indiferente. Lo mismo sucede con la fe encarnada, la fe materializada en belleza y justicia. Joseph Ratzinger alguna vez dijo que la única demostración de la Verdad del cristianismo es el arte y la vida de los santos. Y tenía razón. No es posible demostrar ni probar que Dios existe desde la filosofía o la teología, pero ante la encarnación de la Belleza y Justicia de Dios en el arte y las vidas justas no se puede permanecer indiferente...
Es por ello que este día he decidido compartirles la experiencia de la Navidad, encarnada en las palabras hermosísimas de la Escritura (y la hermosísima traducción inglesa de la King James Bible), y en la sublime música del Messiah de Sir George Frederick Händel. A pesar de ser un bestseller musical en todos los sentidos, es una obra que nunca se aprecia por su dramatismo, por la magnífica selección de textos bíblicos y por la alta carga espiritual que la generó. Händel, qué duda cabe, era un excelente compositor, pero también un fervoroso cristiano; el Mesías, por tanto, no es como cualquier otra obra händeliana, no es una ópera disfrazada: es la cumbre del genio y la fe de un hombre, su experiencia de Dios materializada. Una experiencia que tiene mucho que aportarnos.
Después de la obertura, le toca al profeta Isaías introducir el tema del Mesías, las promesas que Dios le hace a Israel y, por su medio, a toda la Humanidad: el peso del sufrimiento y de la vida, del pecado y del dolor, serán vencidos al fin:
Comfort ye, comfort ye my people, saith your God; speak ye comfortably to Jerusalem; and cry unto her, that her warfare is accomplishèd, that her iniquity is pardoned.
The voice of him that crieth in the wilderness, Prepare ye the way of the Lord, make straight in the desert a highway for our God. [Isaías XL, 1-5; aquí el video]
- Y la victoria hará saltar por los aires nuestras certezas y todo lo que tomamos por justo y bueno; Dios introducirá su locura, la ilógica de su amor:
- Ev'ry valley shall be exalted, and every mountain and hill made low; the crooked straight, and the rough places plain. [Isaías XL, 4; aquí el video]
Entonces, continúa el bajo, ste acontecimiento sacudirá el mundo, puesto que es lo más radical que jamás habrá, precisamente porque responde al más íntimo deseo, a las esperanzas del género humano:
Thus saith the Lord of Hosts: --Yet once a little while and I will shake the heavens, and the earth, the sea, and the dry land; and I will shake all nations, and the desire of all nations shall come. [Ageo II, 6-7; aquí el video para éste y los dos siguientes párrafos]La búsqueda humana de la Verdad llega a su culmen, pues les a Verdad misma que revela, ella misma se le muestra al Hombre:
The Lord, whom ye seek, shall suddenly come to his temple, even the messenger of the covenant, whom ye delight in; Behold, He shall come, saith the Lord of Hosts. [Malaquías III, 1]Surge entonces la pregunta ante semejante revolución: ¿puede el Hombre soportar semejante acontecimiento?, ¿está a la altura de su propio deseo?
- But who may abide the day of His coming, and who shall stand when He appeareth?
- For He is like a refiner's fire. [Malaquías III, 2; aquí el video]
Porque el Mesías trae fuego consigo (San Lucas XII, 49), el fuego del Espíritu (Hechos de los Apóstoles II) y de la sarza ardiente, que ilumina, pero no destruye (Éxodo III, 1-7):
And He shall purify the sons of Levi, that they may offer unto the Lord an offering in righteousness. [Malaquías III, 3; aquí el video]Los profetas, entonces, puntualizan. Esta revolución y este fuego purificador tendrá lugar callada y humildemente:
Behold, a virgin shall conceive, and bear a Son, and shall call His name EMMANUEL, God with us. [Isaías VII, 14; San Mateo I, 23]Es necesario, por tanto, gritarlo a los cuatro vientos, que ¡no hay qué temer, pues la Luz viene ya!:
- O thou that tellest good tidings to Zion, get thee up into the high mountain; O thou that tellest good tidings to Jerusalem, lift up thy voice with strength; lift it up, be not afraid; say unto the cities of Judah, Behold your God!
- Arise, shine, for thy Light is come, and the glory of the Lord is risen upon thee. [Isaías XL, 9; LX, 1; aquí el video]
Una luz en medio de una Humanidad sumida en la obscuridad del Mal; la Luz que habrá de iluminar a todos por igual y destruir de una vez y para siempre las divisiones, las luchas y la muerte:
For, behold, darkness shall cover the earth and gross darkness the people; but the Lord shall arise upon thee, and His glory shall be seen upon thee, and the Gentiles shall come to thy light, and kings to the brightness of thy rising. [Isaías LX, 2-3; aquí el video]
The people that walked in darkness have seen a great light: and they that dwell in the land of the shadow of death, upon them hath the light shined. [Isaías IX, 2; aquí el video]¿Por qué? Porque el reinado de Dios ha llegado ya:
For unto us a Child is born, unto us a Son is given, and the government shall be upon His shoulder: and His name shall be callèd Wonderful, Counsellor, the Mighty God, the Everlasting Father, the Prince of Peace. [Isaías IX, 5; aquí el video]Y el Reino de Dios es, antes que a nadie más, para los más pequeños, para los pobres y sufrientes, para los marginados y los rechazados (San Mateo V, 1-12; San Lucas VI, 20-23):
There were shepherds abiding in the field, keeping watch over their flocks by night.
And lo! the angel of the Lord came upon them, and the glory of the Lord shone round about them, and they were sore afraid.
- And the angel said unto them, Fear not; for, behold, I bring you good tidings of great joy, which shall be to all people.
- For unto you is born this day in the city of David a Saviour, which is Christ the Lord. And suddenly there was with the angel a multitude of the heavenly host praising God, and saying: [San Lucas II, 8-12]
Y el Universo entero debe romper en alabanza:
Glory to God in the highest, and peace on earth, good will towards men. [San Lucas II, 13-14; aquí el video]
- Rejoice greatly, O daughter of Zion; Shout, O daughter of Jerusalem: behold, thy king cometh unto thee.
- He is the righteous Saviour, and He shall speak peace unto the heathen. [Zacarías IX, 9-10; aquí el video]
Y las consecuencias de que el Mesías haya nacido en suma pobreza, no se harán esperar:
Then shall the eyes of the blind be opened, and the ears of the deaf unstoppèd; then shall the lame man leap as an hart, and the tongue of the dumb shall sing. [Isaías XXXV, 5-6]¡Esta Navidad, vayamos, pues, todos los miserables a adorar al Niño, pues en Él se han consumado todas nuestras expectativas, sueños, quimeras, anhelos y utopías!
He shall feed His flock like a shepherd; and He shall gather the lambs with His arm, and carry them in His bosom, and gently lead those that are with young. [Isaías XL, 11]
- Come unto Him, all ye that labour and are heavy laden, and He shall give you rest.
- Take His yoke upon you, and learn of Him for He is meek and lowly of heart: and ye shall find rest unto your souls. [aquí el video]
His yoke is easy and His burthen is light. [San Mateo XI, 28-29; aquí el video]
G. G. Jolly, en el 2009º año de la Redención.