sábado, noviembre 05, 2011

Carta de Jon Sobrino, SJ a Ignacio Ellacuría, SJ†

Querido Ellacu:


Es una ficción escribirte, pero quizás de este modo nos digamos a nosotros mismos cosas que pueden ser importantes. Y con ello también quisiera ambientar un poco el aniversario de su martirio. Te voy a hablar de tres cosas de actualidad, tal como las veo, que tienen que ver con lo que tú fuiste y dijiste.

1. El ‘siempre’ del pueblo crucificado. Ya no se habla mucho de ‘pueblos crucificados’, como lo hicieron tú y Monseñor Romero, llegando a esa genial formulación, creo que independientemente el uno del otro, y guiados del mismo espíritu salvadoreño y cristiano. Y menos aún se insiste en que ese pueblo crucificado es ‘siempre’ el signo de los tiempos como lo escribiste en el exilio de Madrid. La razón para ese silencio no es que vuelva a estar en boga el pensamiento utópico de Ernst Bloch, filósofo, o de Teilhard de Chardin, teólogo. Tampoco es que el mundo esté mejorando, pues sigue gravemente enfermo, como dijiste en tu último discurso. Creo que la razón es que hoy hay menos profetas y que ha empeorado la honradez con lo real. Hablar del ‘siempre’ no solo no es políticamente correcto, sino que es locura impensable. Pero no hay que darle vueltas. Siguen existiendo Haití y Somalia, y entre nosotros se ha propagado una nueva epidemia: el homicidio. De 12 a 15 asesinatos diarios en los últimos años. Es la enfermedad que produce más muertes. Lo light ha avanzado mucho en el modo de pensar y lo políticamente correcto se ha apoderado del lenguaje: ‘vulnerabilidad’, ‘los menos favorecidos’, ‘países en vías de desarrollo’. Nada suena mal.

Por ello, mencionar el ‘siempre’ del pueblo crucificado parece ser cosa de masoquistas irredentos. Pero no es así. En el país siempre llueve cada año, y siempre hay torrentes, destrucción y muerte. Pero también siempre son los mismos los que sufren las consecuencias, los que viven en quebradas, en champas y casas pobres. La pregunta de Gustavo Gutiérrez sigue siendo la pregunta fundamental: ‘¿dónde dormirán los pobres?’. Hay pueblos depredados como el Congo, pueblos ignorados como Haití, pueblos inundados, como los nuestros... Siguen siendo el pueblo crucificado.

¿Y los ricos y poderosos? Siempre sufren algunos daños, pero casi siempre los superan sin mucho costo. Y nada digamos de las crisis financieras. Se invierten miles de millones de dólares o euros para que no se hunda el sistema. El pueblo crucificado no da la vida por supuesto, pero los pueblos ricos sí, y además tienen la profunda convicción de ser los elegidos: dan por supuesto la vida, y están convencidos de que el buen vivir les es debido. Si a ellos les ocurre algo grave elevan la realidad a escándalo metafísico. Pero si ocurren cosas mucho más graves en África o en el Bajo Lempa, no hay tal escándalo. Pertenece al existencial histórico de haber nacido pobres. Es el ‘siempre’ del pecado.

Pero quiero añadir, Ellacu, e insistir, en que hay también otro ‘siempre’. Hay mucha gente honrada que trabaja para que ‘el pueblo inundado’ —hablamos de El Salvador— no acabe muriendo como ‘pueblo desplazado’ o como ‘pueblo ahogado’. La entrega y la bondad también tienen su ‘siempre’. Es el siempre de la gracia.


Y a veces surge un Dean Brackley, SJ. Cuando le dicen que muchos rezan por él, contesta con toda sencillez: ‘Recen por los que tienen cáncer y no pueden tener la atención médica que yo tengo. Y recen por los que estos días se han quedado sin casa y sin comida’. Volveremos a Dean.

2. ‘Qué hacer con los buenos’. La pregunta puede extrañar, pero se me ha impuesto, debido al revuelo que ha causado la audiencia de Madrid. Trabajar para que se juzgue a los responsables últimos de tantos asesinatos en este país, los de ustedes y los de dos mujeres inocentes, es cosa muy buena y muy necesaria. Puede traer muchos bienes. Puede ser una gran ayuda, y muy necesaria, para que se acabe, o disminuya, la impunidad.

Por cierto, no ha salido en las noticias, pero mucho nos hemos alegrado de que los militares argentinos que en 1976 ordenaron el asesinato del obispo Enrique Angelelli vayan a ser juzgados 35 años después. Es un ejemplo, poco extendido, de que la verdad puede triunfar sobre la mentira y el encubrimiento, que tienen millones de dólares y armas sofisticadas a su servicio; que la justicia puede triunfar sobre la crueldad y la vileza; que la civilización de la impunidad, muy afín a la civilización de la riqueza contra la que nos advertiste tercamente hasta el final, se vea un poco frenada. Con el juicio de los militares argentinos no desaparecen todos los males, y el mundo del capital, aun con algunos avances y algo de democracia, sigue produciendo víctimas impunemente. Y ha conseguido crear una civilización de encubrimiento, aunque siempre hay quien lo desenmascara de diversas formas: obispos como Casaldáliga, ‘los indignados’... Esperamos que la audiencia de Madrid tenga éxito, y que en El Salvador ocurra lo de Argentina, aunque, evidentemente, hay fuerzas poderosísimas que están en contra de que eso ocurra.

En esta situación, me ha venido a la mente una pregunta que puede parecer rara. Dicho con sencillez, parece que sabemos qué hacer ‘con los malos’, de modo que nuestro proceder con ellos produzca bienes, por supuesto: instaurar verdad y justicia en el país, llegar a ofrecer perdón —aunque más difícil que perdonar es dejarse perdonar—. Y hay gente muy buena que trabaja por ello.
También sabemos, al menos en principio, qué hacer con las víctimas: lo que Puebla dice que Dios hace con los pobres, ‘tomar su defensa y amarlos’. Y éstas no son, en absoluto, palabras inocentes, pues tomar su defensa supone inevitablemente entrar en graves conflictos con quienes los oprimen. Significa entrar ‘en la lucha por la justicia’, ‘la lucha crucial de nuestro tiempo’, como dijo la Congregación General XXXII [de la Compañía de Jesús]. No muchos lo hacen, pero la idea queda clara.

Pero ¿sabemos qué hacer ‘con los buenos’, con los santos? Ciertamente, ponerlos a producir, aprender de ellos, sus ideas y convicciones, sus modos de actuar... Y agradecerles. Es lo que solemos decir y procuramos hacer.

¿Pero nos planteamos de verdad qué hacer con ellos? Estos días nos topamos con la pregunta de qué hacer con Dean Brackley. Hemos velado y acompañado su cadáver. El amor y el agradecimiento se han desbordado, con lágrimas y gozo, en muchas celebraciones, en el cementerio.

Pero me queda el desasosiego de saber bien qué hacer con Dean, con Monseñor Romero, con gente como ustedes. Con Jesús de Nazaret. La respuesta es sencilla: ser como ellos, seguirlos en su hacer y en su ser, imitarlos, historizadamente, como tú decías. En definitiva, dejarnos afectar por ‘los buenos’ y los santos en nuestro hacer. Y más profundamente todavía en nuestro ser.

Entiéndeme bien, Ellacu. Bueno y necesario es saber reaccionar ante lo que hacen ‘los malos’, y actuar adecuadamente con ellos. Bastantes personas e instituciones lo hacen. Pero creo que debemos avanzar en reaccionar como es debido ante ‘los buenos’, intentando ser como ellos. Difícil, sí. Pero necesario para humanizar este mundo. Y también esta Iglesia.

3. Dean Brackley. Ellacu, estas palabras te sonarán. ‘Con Dean Brackley, Dios pasó entre nosotros’. Pienso que no hay mayor confesión de fe que afirmar que Dios sigue pasando por nuestro mundo. Es la fe que más me llena. Y como Dios se hace presente en seres humanos, ellas y ellos, jóvenes y viejos, salvadoreños y norteamericanos, mártires y confesores, como se decía antes, el misterio se desdobla de muchas formas, convergentes, y así es un misterio mayor. Dios pasó con Monseñor y Dios pasó con Dean.

En los muchos testimonios de esta Carta a las Iglesias —‘Amor y Testimonios’ lo titulamos— se narra ese paso de Dios. Elijo sólo uno, el de la doctora Miny: ‘Dean, I love you so much... for ever’. Es lenguaje bello y de eternidad. Lenguaje que remite a Misterio. También Dean, semanas antes de morir, habló en su testamento del paso de Dios, en él, con gran humildad, sencillez y lucidez. Ahora, en otro lenguaje, más conceptual, pero espero que comprensible, quiero hablarte de Dean ante Dios y de Dean con Dios.

Lo primero es que Dean murió empapado de Dios. Así lo veo, aunque en ese misterio solo se puede entrar de puntillas. En su último libro cuenta Dean sus problemas con Dios, sus épocas de agnosticismo, que no fue cosa de poca monta. Me recordó unas palabras tuyas de junio de 1969 que he citado muchas veces: ‘Rahner lleva con elegancia sus dudas de fe’, y pensé que algo semejante te ocurría a ti. Pero a lo largo del libro, Dean ofrece su propia fe, honda y sencilla, y muy real. Y los lectores quedan sorprendidos al leer el prólogo escrito por la encargada de la editorial para juzgar sobre la calidad del libro. Se reconoce agnóstica, sin que el asunto de Dios le preocupe gran cosa. Pero confiesa que, leyendo el texto, su interés profesional se convirtió en interés existencial, personal. El texto le llevó a Dios, y Dean la bautizó un año después. Luchando con Dios, como Jacob, o dejándose seducir por Dios, como Jeremías, Dean llegó a Dios. Y quedó empapado de Dios.

En ese proceso Dean confiesa con inmensa gratitud que se encontró con los pobres. Cuántas veces escribiste, Ellacu, que los pobres son el lugar del evangelio y el lugar de Dios. Y también recuerdo las palabras de Porfirio Miranda: ‘El problema no es buscar a Dios, sino buscarlo allá donde Él dijo que estaba. En los pobres’. Es cierto que no siempre se encuentra a Dios, aun estando entre los pobres, pues entre ellos y trabajando por ellos, hay agnósticos que son espléndidos seres humanos, y siguen siendo agnósticos. Pero en la mejor tradición de Jesús, el Dios que se encuentra entre los pobres tiene un sabor especial. Pienso que la misericordia se puede hacer más delicada, la justicia más firme, la verdad más sin componendas y la fidelidad más sin medir los costos.

El Dean empapado de Dios fue un ejemplo notable de interesarse por todas y cada una de las personas con quienes convivió y a quienes buscó. Todas y cada una de ellas, compañeros jesuitas, familiares, feligreses de Jayaque y de la UCA, amigos y amigas, salvadoreños, norteamericanos y europeos, y por supuesto los desheredados y pequeños, tenían un nombre muy concreto para él. Cada uno era inintercambiable con otros. Eso hizo que su servicio fuese de gran finura. Y me recuerda al Jesús que conocía a todas sus ovejas por sus nombres.

Y su Dios fue, de verdad, el de la creación. No por moda, algunas de las cuales son muy buenas, Dean puso gran interés en la mujer y el feminismo, en el ecumenismo, y era muy amigo de gente de otras iglesias, en la ecología, y creo que hasta en las causas indígenas. Los argumentos fundamentales no eran categoriales, ni tomados de normas de la jerarquía ni de la doctrina social. Creo que para Dean el gran argumento era que Dios es un Dios de todos.


Dean me ha recordado unas palabras de Monseñor Romero que he citado muchas veces. Son del 10 de febrero de 1980, en medio de la barbarie que reinaba en el país. Dijo Monseñor. ‘¡Quién me diera, queridos hermanos, que el fruto de esta predicación fuera que cada uno de nosotros fuéramos a encontrarnos con Dios y que viviéramos la alegría de su majestad y de nuestra pequeñez!’. Para Monseñor Romero Dios no empequeñecía al hombre, pero para el hombre era bueno empequeñecerse ante Dios.

Esto me recuerda a Dean. Nunca pensó que era grande. Nunca se puso en primer lugar, ni hablaba de sí mismo cuando las cosas salían bien —‘ha sido un éxito’—, aunque las hubiera hecho él. Simplemente, se alegraba del bien. Me recordaba a Pablo en su Carta a los corintios: ‘El amor es paciente, es afable, el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre’. En esto Dean me recordaba al gran Padre Arrupe. Creo que siempre pensó en los demás antes que en sí mismo. Nunca se preocupó de que reconocieran lo bueno que hacía. No es frecuente, y por eso sorprende e impacta. Y ayuda también a desabsolutizarnos y a vivir con alegría nuestra pequeñez ante Dios, como decía Monseñor.

Una ultima reflexión. Ellacu, Dean no murió mártir como ustedes, pero sus últimos meses fueron un martirio, de cuerpo, por los sufrimientos de un cáncer de páncreas muy doloroso, y de alma, cuando le asaltaban miedos, sentirse solo, que no le recordasen. No murió crucificado, pero vivió hasta el final participando activamente en las cruces de este mundo. Trabajó con poder, es decir, con fuerza y energía, para bajarlos de la cruz. Y murió con amor silente e indefenso. Como el Dios crucificado.

Las últimas palabras de Dean son palabras de gratitud, a fondo perdido, sin poder poner pie en tierra firme. Pero la gratitud vive de otros y para otros, de Dios y para Dios. Los agradecidos pueden hacer que la realidad sea gracia. Ellacu, si me permites la expresión —creo que es un neologismo— los agradecidos pueden ‘buenear’ la realidad. Es lo que hizo Dean.

Ellacu, ya ves que, en medio de muchos males y a pesar de todo, estamos contentos. Ustedes, Julia Elba y Celina, Jon Cortina y el padre Ibisate, ahora nuestro querido Dean Brackley, han estado con nosotros. Y con ustedes Dios ha estado con nosotros. No se puede pedir más.

4 comentarios:

Angelo Vecchione dijo...

Una introducción obligada www.versolanuovacreazione.it
Queridos lectores:
Los mensajes que Jesús me está dictando en estos días y que serán publicados en los próximos meses, trazan decididamente el camino a los acontecimientos que nos esperan. He sentido por lo tanto el deber de escribir esta introducción para ayudaros a entrar adecuadamente en los temas que leeréis.
Hasta hoy os he comunicado las revelaciones que he recibido de Dios. En mi primer libro “Más allá de la gran barrera” que termina en el cap. 15 con el título “La nueva Creación” os he presentado el mensaje central de todas las revelaciones recibidas, esto es, el de recapitular en Cristo todas las cosas en el cielo y en la tierra. He buscado de conduciros a los acontecimientos que afectarán a la Tierra y al universo. En estos días Jesús me ha comunicado que desea prepararnos, en los próximos meses, a los acontecimientos que nos esperan en el futuro inmediato.
¿Cómo enfrentar tales eventos? Considero que en estos años, a través de tantas explicaciones que he recibido y que os he comunicado, hemos recibido la gracia de comprender el recorrido interior que nos prepara para entrar en el pensamiento de Cristo, para comprender el misterio de Dios y de la vida, para elevarnos y transformarnos hasta resultar criaturas nuevas. Os he hablado de este camino espiritual particularmente en el libro “Reescribir la historia-Vol 1 En el pensamiento de Dios”. Además, habéis estado acompañados por los mensajes publicados mensualmente en este sitio, que continúan, y que nos introducen cada vez más en una fase seria de preparación y de decisión.
Yo no puedo comentar estos mensajes. Serán Jesús mismo y su Santo Espíritu quienes lo expliquen en vuestro corazón. A vosotros corresponde dar una respuesta para comprender las palabras que leeréis. En fin, corresponde a todos nosotros empeñarnos nosotros mismos, por la Tierra y por el universo entero, para que puedan realizarse las promesas de Dios

Angelo Vecchione dijo...

El mensaje que os ha llegado a través mío es para todos los hombres de buena voluntad, cristianos o no, creyentes o no. Personalmente no pretendo imponer nada a nadie, no quiero imponer ni siquiera a Jesucristo. Deseo simplemente ser un testimonio fiel del Dios viviente ante la presencia de todo hombre y de toda criatura. La Biblia afirma a propósito de Jesucristo: “por medio de Él Dios ha creado el universo y ahora lo ha constituído Señor de todas las cosas. Él es el espejo de la gloria de Dios, la imagen perfecta de aquello que Dios es. Su palabra poderosa sostiene todo el universo” (Heb.1,2-3) Esta imagen perfecta de aquello que Dios es, se manifestará a todos nosotros, antes o después de nuestra muerte, y cada uno deberá dar su respuesta; si acepta o no la verdad eterna. Deberá pronunciar un SI o un NO. Nadie podrá escapar.
En el tiempo que está por delante nuestro Jesús actuará con gran poder del Espíritu Santo dentro de nuestro espíritu, para llevar a la salvación a la humanidad entera. Buscará las personas de buena voluntad, creyentes o no creyentes.
Junto todos aquellos que se adhieran a este programa yo me ofrezco a Jesús a través de María Santísima y ruego por vosotros. Espero que también vosotros os unáis al mismo programa para ser la gran esperanza de la humanidad, la cual, sin Dios, no hará otra cosa que hundirse en la confusión y en la desesperación.
Al dejaros con las palabras de Jesús, os saludo y os bendigo en Cristo.
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Angelo Vecchione dijo...

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Mensaje de Jesús del 29 de agosto de 2011-
Mi Padre trabaja siempre y también Yo trabajo. ( Jn.5, 17)
“¡Os bendigo mis queridos hijos! Hoy deseo hablaros de la obra de Dios en este tiempo y del cuadro general en el que se insertan vuestra vida y vuestra misión.
Tratad sobre todo de entender que no estáis ubicados por casualidad en la realidad en que vivís, sino por un proyecto divino preciso. Cualquier cosa que penséis de vosotros mismos o que los demás piensen de vosotros, sabed que vuestra vida es preciosa en el tiempo y en el lugar que os encontráis, según los proyectos de Dios. Fuisteis previstos para esta realidad y por esto Dios os ha dado potencialidades originales e irrepetibles. Nadie es igual a vosotros en el universo, porque la creatividad de Dios es ilimitada e inagotable, y por eso, cada uno de vosotros es absolutamente original en su ser y en su actuar.
Sin embargo, muchos sobre la Tierra viven por debajo de sus potencialidades porque no se entregan a mí. Sólo yo conozco perfectamente el proyecto del Padre para cada uno de vosotros porque yo he recibido de El la orden de llevar a cumplimiento en cada hombre su obra; Yo actúo en vosotros con el poder del Espíritu Santo, el cual continuamente os ilumina y os envuelve, os inspira para indicaros el camino hacia mí, para que yo os revele cuál es la voluntad del Padre para vosotros. Sin mí no llegaréis realmente a conoceros a vosotros mismos ni conocer aquello que se os ha pedido hacer en esta vida.
El Espíritu Santo y yo trabajamos continuamente para realizar el proyecto del Padre en cada uno de vosotros, pero solamente lo podemos hacer con la ayuda de vuestra libertad, o sea, cuando escogéis voluntaria y libremente amar y servir a Dios y entregaros a El. Esta es la condición indispensable para que vuestras potencialidades se activen y actúen. Efectivamente, en el momento en que os decidís de vivir para Dios y de abandonaros totalmente a su voluntad se inicia en vosotros la acción de la Santísima Trinidad, que poco a poco, transforma vuestra vida y vuestros pensamientos. De esta forma comenzáis a tomar conciencia de lo que sois en Dios y a incidir sobre la realidad en una forma creativa, porque es la creatividad divina la que trabaja en vosotros. Deseo que estéis concientes de cuanto os estoy diciendo, porque el saber conciente que Dios está activo en vosotros, independientemente de vuestra fragilidad humana, es determinante para vuestra misión en el tiempo en el que estáis viviendo.
El vuestro es un tiempo grandioso y difícil para todo el universo. Grandioso por la potencia de los acontecimientos que la mano de Dios está preparando, y difícil porque es un tiempo de lucha contra las fuerzas del mal, una lucha siempre más abierta. Todo esto no tiene relación exclusivamente con la Tierra, sino con la creación entera y con todos los hombres que pueblan muchos otros planetas.(1) Ya os es he dicho que son tan hijos de Dios como vosotros y que yo he dado mi vida también por ellos. Son vuestros hermanos, en quienes se debe cumplir perfectamente el proyecto de mi Padre justamente como en vosotros.
¿Cuál es el proyecto del Padre? Llevar la creación entera al estado de integridad y de perfección que ella tenía antes del pecado original; retornar a cada hombre a la dignidad y a la gloria de hijo de Dios. Todos los hombres y cada criatura que existe en el universo deben ser liberados de la corrupción y de la muerte, que se han infiltrados en la obra de Dios a causa del pecado de vuestros progenitores. El hombre debe retornar a una justa relación con Dios, reconociéndole la autoridad y sometiéndose a su guía. ¿Cómo hará el Padre para realizar este proyecto? Recapitulando todo la creación en mí, porque El me ha dado todo el poder en todo el universo.
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Angelo Vecchione dijo...

continua

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