martes, octubre 10, 2006

Reflexiones sobre la Torá

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‘Cuenta la historia que un hombre, montado en su burro, fue a ver al rabí Yosef ben Akivá (50-135 d.C.) y le dijo: “Rabí, quiero aprender la Torá de una sola vez”. Y éste le respondió: “Nuestro maestro Moisés permaneció en el monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches, ¿y tú quieres que yo te enseñe la Torá en un día? Pues bien, éste es su principio básico: ‘No obres con el prójimo como no quieres que lo hagan contigo”’.(1)

Una historia similar, pero más famosa, cuenta acerca de un pagano que le dijo al rabí Hillel el Viejo (hacia el siglo I a.C. - siglo I d.C.) que se convertiría en judío si podía enseñarle la Torá mientras se sostenía en un pie. Hillel le contestó: ‘No hagas a tu prójimo lo que es odioso para ti: eso es toda la Torá. El resto es comentario… ve y estúdialo’.(2)

En el siglo XIII, rabí Simlai se expresó así de la Torá:

‘Seiscientos trece mandamientos le fueron impartidos a Moisés, trescientos sesenta y cinco negativos (correspondientes al número de los días del calendario), y doscientos cuarenta y ocho positivos (referidos al número de huesos del cuerpo humano). Llegó David y los redujo a doce en el Salmo XV:

“Señor, ¿quién morará en tu tienda?
¿quién habitará en tu santo monte?

El que anda sin tacha,
y obra la justicia;
que dice la verdad de corazón,
y no calumnia con su lengua;

que no daña a su hermano,
ni hace agravio al prójimo;
con menosprecio mira al réprobo,
mas honra a los que temen al Señor;

que jura en su perjuicio y no retracta,
no presta a usura su dinero,
ni acepta soborno en daño de inocente.
Quien obra así jamás vacilará.”

Después, otro rabí reduce los mandamientos a tres:

‘Fue dicho, Hombre, lo que es bueno y lo que el Señor pide de ti: obrar únicamente en forma justa, ser misericordioso y caminar humildemente junto a Dios (Miqueas VI, 8)’.

Y el Midrash (la exégesis de la Tanáj, o sea, la Biblia hebrea) concluye:

‘Luego llegó Amós y redujo el mandamiento a uno, así como está escrito (Amós V, 4): “Búscame, y vive”. El rabí Nahman ben Isaac propone una conclusión alternativa: ‘Habakuk también redujo el mandamiento a uno (Habacuc II, 4): “Los hombres rectos vivirán por su fe”’.(3)

Finalmente, para evitar reduccionismos absurdos, habría que citar dos Midrashim más:(4)

‘Nunca permitas que la Torá sea un mandato anticuado para ti. Debe ser algo nuevo, actual, de dos o tres días de antigüedad… Ben Azzai dijo: “No antigua… sino una mandato dado ¡hoy mismo!’.

‘¿Cuándo fue concebida la Torá? Fue conocida cuando cada persona la recibió’.

(1) citado en Emil L. Fackenheim, ¿Qué es el judaísmo? Una interpretación histórica, Buenos Aires: Lilmod, 2005. p. 21.
(2) citado en Paul Jonson, La historia de los judíos, Barcelona: Vergara, 2003. p. 156.
(3) Emil L. Fackenheim, Op. Cit. p. 21-22.
(4) Emil L. Fackenheim, Op. Cit. p. 31.

2 comentarios:

Cristian dijo...

La Tora es la base de nuestros mandatos. Seguir la pista de la Tora, es introducirse en esa historia de la salvación, que hoy seguimos construyendo. Bendiciones.

Ululatus sapiens dijo...

Gracias por escribir, Cristian. ¡Y bendiciones para ti también, hasta tu parroquia de Chile! A seguirle dando en el seguimiento de la Torá, porque Jesús no vino a abolirla, sino a darle más valor aún, otorgándole sentido en sí mismo.