Reflexiones sobre Dios (II)
‘El Dios en quien yo creo es un Dios de la libertad, en el doble sentido de la palabra. Es libre en sí mismo, es decir, no se atiene a nuestras reglas del juego, y al mismo tiempo nos ha otorgado el tremendo don de darle a Él nuestro sí o nuestro no; puede ser, como usted escribe, el inconsciente Dios en nuestro interior, y cuando hacemos ruido o gritamos demasiado no podemos oír la suave voz dentro de nosotros. Ésta es la libertad que nos ha dado. Siendo esto así, preguntas como ¿por qué tolera Dios esto, por qué permite esto o lo otro? son antropomorfismos no menores que los de toda la teodicea. En el fondo, Dios sería así el supremo gendarme del cuelo que puede tolerar y prohibir, permitir y aprobar. Considero que estas imágenes de Dios, propias más bien de la infancia de la humanidad, han muerto en Auschwitz, y no sé si he de guardar luto por ello. El Dios que ciertamente ha muerto en Auschwitz es el bondadoso abuelo de larga barba blanca. Dios, como viejo notario que anota diariamente las buenas y las malas acciones de un hombre, ha sido incinerado en Auschwitz. El Dios de los ejércitos, que avanza siempre con los batallones más fuertes, yace en la misma tumba de familia que el Dios de los sempiternos poseedores del derecho y de los dueños del saber. Considero que Auschwitz nos ha ayudado a purificar nuestras imágenes de Dios.
“Dios ha muerto”, dijo Nietzsche antes de sumirse en su demencia. Tenía toda la razón, si con ello se refería a las representaciones de Dios infantiles y pueriles a la vez, que lo presentan como el celestial apagafuegos, cumplidor de las plegarias y concesionario del éxito. ¡Mas aún! Debemos dar gracias a los críticos de la religión porque nos han liberado de mucho culto idolátrico enmascarado y nos han obligado a luchar por conseguir una idea de Dios más alta y más madura. En pocas palabras, si tu Dios puede ser descrito, definido, discutido o confirmado, sólo es un Dios suplente, no el Dios de la Biblia.’
Tomado de: Viktor Frankl y Pinchas Lapide, Búsqueda de Dios y sentido de la vida. Diálogo entre un teólogo y un psicólogo, Barcelona, Herder, 2005. pp. 85-86.
4 comentarios:
Es imposible decir algo de Dios y no tener que negarlo al instante siguiente, decía alguien y yo lo leí de Jean Daniélou.
Es muy importante tener en cuenta que a Dios sólo lo podemos pensar con categorías humanas. Eso hace imperfectas nuestras "representaciones". Pero eso no quiere decir que Dios no es "persona" ni mucho menos que debamos desistir de toda teología.
Tienes toda la razón, Juan Ignacio. Pero creo que Lapide habla de 'representaciones' más avanzadas, por llamarlas de alguna forma. Ni niega el 'ser persona' de Dios (el hebreo se dirige a Dios siempre de 'Tú', lo que excluye el trato impersonal, ¿no?) y mucho menos el que haya que renunciar a la fe razonada, a la teología.
¡Gracias! Se aprecian tus comentarios, como siempre.
Pero si tu Dios no puede ser pensado ni racionalizado en absoluto, añadiría yo, es el del Islam.
Veo que la objeción estaba ya presente en el anterior comentario.
Un saludo.
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