miércoles, agosto 23, 2006

‘Por qué somos liberales’ de Aryeh Neier (III)

Tercera y última parte (aquí están la primera parte y la segunda).

‘En tanto que liberales, solemos reconocer que las relaciones con los otros nos traen grandes beneficios. Nuestra salud, educación, vida cultural, seguridad y prosperidad son posibles y tienen sentido únicamente en tanto consecuencia de nuestras relaciones con otros, o así lo entendemos la mayoría. Por ende, por eso creemos que somos responsables para con ellos. Esto no significa que debamos negarnos los privilegios de los que gozamos por azares del nacimiento, de las relaciones, o como consecuencia de nuestros propios logros; a menos que dichos privilegios sean particularmente grandes, cederlos por completo o en parte no hará gran cosa por los demás. Asimismo, reconocemos que los incentivos parea que todos prosperen generan beneficios sustanciales. Pero nuestra responsabilidad hacia los otros comporta la disposición a ayudar a quienes padecen las mayores cadencias y a proteger a los débiles. Esta responsabilidad se exacerba, según creemos casi todos nosotros, cuando las carencias se pueden atribuir a un estatus sobre el cual ellos carecen de control, como es la raza, la etnia o el género. Por lo general, los liberales creen que asegurarse de que tales características no se conviertan en impedimentos es una responsabilidad común a toda la humanidad.

Casi siempre los liberales reconocemos que nuestra responsabilidad para con los otros no puede abordarse exclusivamente a través de la caridad. La mayoría de nosotros coincide en que el Estado, actuando en nuestro nombre, debe asumir la responsabilidad primaria en lo que respecta a la educación, los servicios de salud y la asistencia social para todos. Pensamos que se debe dar un mayor cuidado a quienes así lo requieren, por ejemplo a los que son muy jóvenes, muy viejos o a quienes estén impedidos física o mentalmente. Puesto que para nosotros todas las personas valen por igual, consideramos importante el esfuerzo que se realiza para que estos servicios y prestaciones alcancen el nivel más alto posible.

Como liberales, sostenemos que nuestra responsabilidad hacia los otros no se limita a nuestros connacionales. Consideramos que nuestras obligaciones también se extienden a quienes padecen carencias en otras tierras. Pocos entre nosotros creemos que esta responsabilidad llegue al punto de intentar que todos en todas partes alcancen el nivel de vida del que disfrutamos en nuestros países. Esto sería muy poco práctico y si alguien intentara realizarlo ocasionaría una baja generalizada de dicho nivel. Tampoco podemos poner mucho énfasis en el así llamado “derecho al desarrollo”. Sin embargo, casi todos pensamos que los países más prósperos son capaces de hacer más y deberían de hacer más para mejorar las circunstancias en los países menos prósperos en todo el mundo.

Casi todos los liberales creen que es preciso esforzarse, hasta donde sea posible, para resolver las disputas pacíficamente. Aunque pocos somos pacifistas y la mayoría aceptamos que existen circunstancias extremas en las que la violencia se justifica, por lo general pensamos que debe ser el último recurso. Aparte de la defensa propia y de la intervención para defender a los que son atacados, los liberales creen que las fuerzas militares sólo se deben usar para detener la perpetración inminente de un gran mal, como es el genocidio; y esto sólo cuando todos los demás medios para detener el mal se han aplicado y han fracasado, cuando la intervención no empeoraría la situación, y cuando la intervención se conduce lo más humanamente posible.

La mayoría de los liberales cree en la necesidad de instituciones multilaterales que aborden estos asuntos. Necesitamos de organismos internacionales para resguardar los derechos, para asistir a quienes sufren de carencias, para promover el desarrollo económico, para proteger nuestra salud, para mantener la paz y para regular y supervisar las acciones militares cuando los medios pacíficos para lidiar con las emergencias ya han fracasado. Si bien muchos de nosotros vemos muchas fallas en la Organización de las Naciones Unidas, nos inclinamos a apoyarla como institución porque reconocemos sus múltiples logros, y porque creemos que socavarla o descartarla hará que las cosas empeoren.

Al sostener que los peligros más grandes para la libertad y el liberalismo provienen de doctrinas basadas en la certeza, aceptamos que las posturas liberales son debatibles. Además, como resulta obvio, incluso si uno acepta dichas posturas en principio, su aplicación en circunstancias particulares siempre será materia de controversia. ¿acaso el contenido de una expresión determina si ésta causa un dalo directo e inmediato a otros, y cuándo lo causa? ¿Cuáles son los elementos de la justicia? ¿Qué es exactamente lo que se excluye al prohibir la crueldad? ¿Cuál es la dimensión de nuestra responsabilidad para con los otros? ¿Cuándo se decide que todos los medios distintos a la intervención armada se han agotado en el intento por detener el mal? ¿Acaso nuestras instituciones internacionales funcionan en verdad, o son algunas de ellas meras burocracias autocomplacientes?

Las ideas centrales del liberalismo fueron desarrolladas en los textos filosóficos escritos hace dos siglos y medio por Immanuel Kant, Benjamin Constant, Alexis de Tocqueville, John Stuart Mill y, más recientemente, Sir Karl Popper, Sir Isaiah Berlin, John Rawls y, entre los más prominentes de hoy día, Amartya Sen. Probablemente las ideas más importantes, entre todas, son las que el poder debe estar acotado, y que hay aspectos de la vida humana en los que uno no debe de intervenir. Desde esta perspectiva, la libertad no sólo es un medio para un fin: es un fin en sí mismo. O, como Sen escribiera, “la libertad no es sólo una vía al desarrollo, es una parte constitutiva del desarrollo”.

Desde que ha sido posible hablar del liberalismo como una visión del mundo, el liberalismo ha sido atacado. A menudo, los liberales han sido objeto de burlas y desprecio por parte de quienes se suman a las corrientes postotalitarias de pensamiento que se han manifestado con gran fervor en nuestra época. En realidad, el liberalismo se puede prestar al escarnio porque se define en parte aceptando su propia falibilidad, y porque se apresura a reconocer que no posee el monopolio de la verdad ni la virtud. El liberalismo tiene afirmaciones modestas. Aunque no esté seguro de tener la razón, está bastante seguro de que quienes no albergan dudas similares no están en lo correcto.’

Tomado de: Letras Libres 91, julio 2006, Aryeh Neier, ‘Por qué somos liberales’. pp. 32-33.

5 comentarios:

frid dijo...

Curioso. Hace unos días leí una defensa del capitalismo de Ayd Ran en el que cita ese pasaje o algo parecido... y me pareció preciso hacerle una corrección ligera que titulé "Soy capitalista pero en mi casa soy sencillamente Fede..." porque me di cuenta de que la esfera humana no se agota con una sola idea; si bien esa idea es buena y sirve para generar riqueza, o para garantizar la convivencia pacífica (como es el caso)... y entonces me quise inventar un término: capitalismo personalista; o liberalismo personalista; para introducir el matiz de la complejidad de las esferas de la vida humana. Pero el término liberal es más rico que el capitalismo... admite ya de por sí el matiz personalista, no así el liberalismo que es más exclusivista por el -ismo.

Anónimo dijo...

Laaaaaaaaaaaaaaaarrrrrgosssssssss tus posts.
El mundo blogero no tiene tanta paciencia aunque a veces tengas razón.

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Ululatus sapiens dijo...

Trato, en lo posible, de hacerlos cortos; partirlos, en caso de que sean cosas largas.

Gracias, de todas formas, por la sugerencia.

hectorpal dijo...

Interesante también el comentario de frid. Yo me considero Liberal en el sentido en que lo nombra Amartya Sen. Pero no por ello me considero capitalista. Las libertades economicas y la libre competencia son solo parte de un sistema más amplio que no parece llamarse capitalista. No creo que un sistema basado en el capital nos de libertad en el sentido que nombra Amartya. Pero liberales si. Por cierto que se puede ser de izquierda y estar completamente de acuerdo con Amartya.

Ululatus sapiens dijo...

Hlp, gracias una vez más por comentar.

Estoy de acuerdo contigo: hay liberales de izquierda y de derecha, aunque la izquierda, políticamente hablando (como en el caso de Sen), tiende a depender más del Estado que los liberales más 'puros'.

Entendiendo el capitalismo salvaje como una dictadura del mercado, entonces no, no puede concebirse como 'liberal' (es el caso del anarcocapitalismo), mas no como 'libre mercado'. Un liberal hecho y derecho piensa que el mercado es un fin en sí mismo y que el Estado y el mercado deben regularse el uno al otro, precisamente para no oprimir a los ciudadanos.

En términos generales, estoy de acuerdo contigo.

Un saludo.