Un post muy desagradable...
Traté de contenerme durante más de un mes y no herir suceptibilidades tocando el tema de la guerra en el Líbano... pero mi tolerancia ha llegado a su límite.
He confirmado que en México somos buenos para escandalizarnos sin saber por qué. Siempre es muy fácil decir, cuando vemos los problemas del mundo en la tele: ‘¡Pinches gringos!’ (por mencionar el caso más usual) y quedarnos allí, sin hacer nada ni comprender nada, felices en nuestro querido país con paz, bienes materiales, posibilidades y clima y cultura maravillosos...
Fue en el clima de retiro espiritual y vida comunitaria con mis compañeros prenovicios en Ciudad Guzmán, Jalisco, donde, a falta de otro medio de información, me vi forzado a leer el pasquín izquierdoso de este país: el periódico La Jornada ( www.jornada.unam.mx ). Por supuesto, no le presté la atención que no merecen a los dimes y diretes sobre el conflicto post electoral y me fui derechito a la sección internacional. ¿Cuál habrá sido mi sorpresa al encontrame una caricatura que retrataba una estrella de David con cuatro líneas negras superpuestas en cuatro de los picos de la estrella, como esvástica? ¡Qué digo sorpresa, náuseas, desdén e ira absolutas! Pocas veces he visto tanta imbecilidad, ignorancia histórica y abierta falta con respeto a un país... Me puse verde, azul, morado... ¡el periódico voló hacia el jardín por la ventana!
Al día siguiente, la polémica cundía en los medios, pues el embajador de Israel en México había reaccionado negativamente (y con harta razón) a una proclama de los ‘intelectuales’ mexicanos en contra de la guerra, que hacía énfasis en las víctimas civiles libanesas y la destrucción causada por las fuerzas armadas de Israel, pero que no contenía mención alguna sobre las víctimas israelíes (yo supongo que el fin detrás de todo era salvaguardar su reputación como ‘intelectuales’ comprometidos con la ‘causa’ políticamente correcta en boga, en vez de hacer de eso, de intelectuales, pensando y orientando a la gente de forma objetiva e inteligente). A esto, el director de La Jornada respondió al embajador (y, por lo tanto, al pueblo israelí), en la primera plana de su mamotreto de papel y tinta: que era el deber de los periodistas denunciar las ‘atrocidades’ y hacer ‘algo’ para no repetir lo sucedido en el Holocausto, cuando millones fueron condenados por el silencio y la indiferencia de otros millones.
No tengo que decir que aquella primera plana acabó en el suelo, pisoteada. ¡Jamás había leído yo semejante pendantería, estupidez, altanería e insultante ignorancia reunidas en cinco líneas! Decidí que, de ahora en adelante, por salud de mi hígado, no he de acercarme a menos de 5 m de un diario La Jornada.
Pero allí no acabó el asunto. Hace unos días me tocó ver la imagen desplegada en el MSN de uno de mis contactos, un amigo de la preparatoria: una bandera israelí, con franjas blanquiazules y la cruz gamada nazi en sustitución de la estrella de David. Con ánimos de tener una discusión civilizada con él, le expuse de forma correcta mi indignación... Expongo el diálogo íntegro a continuación:
‘YO: Esa imagen me parece un insulto gravísimo y aberrante, carente de todo fundamento histórico, de pésimo gusto, salido de un mal caricaturista de La Jornada...
ÉL: Es una analogía.
YO: Muy mala...
ÉL: No, una imagen llena de precisiones y contexto rico en Historia. Es una analogía de la utilización de medios de terror por la policía secreta (si es que se le puede llamar ‘policía’ a esos delincuentes de la liga israelí), comparación con los métodos de la SS. Aunque tienes razón, no es tan similar, los israelitas utilizan métodos terroristas cobardes: sobre la SS se sabía cómo operaba.
YO: Es una soberana tontería comparar una cosa con la otra...
ÉL: En esencia no hay tanta diferencia. El fin es la eliminación racial e imposición de la propia. Más que racial, étnica.
YO: ¿Según quién? Olvídalo... No voy a discutir pendejadas...
ÉL: Como gustes, yo no inicié la pugna ideológica. Para mí es más sencillo, porque no persigo intereses de grupo.
YO: No es pugna ideológica... era una discusión objetiva, pero eso es lo que menos veo: objetividad. Y yo no persigo ningún interés de grupo. En fin. Adiós.’
Como pueden ver, lo correcto no me duró nada... No tienen una idea de cuán mal humor me puse. No podía creer lo que leía, el hediondo tufo de conspiración maligna y, para decirlo con todas sus letras: el aura de imbecilidad de una izquierda ya de por sí estúpida, ávida por descalificar cualquier cosa con la que no están de acuerdo utilizando ‘analogías’ fuera de contexto, sin ningún fundamento histórico racional y sin la más mínima reflexión filosófica previa... Esto, sumado a un comentario que escuché en un café: ‘¿Cómo ves lo de Medio Oriente? ¿A poco no se extraña la época en la que los corrían de todos lados?’; y a un correo electrónico titulado ‘¡No lo podemos permitir!’ con fotografías terribles de niños mutilados y escuelas destruidas y la acusación de ‘terrorismo de Estado’ por allí, me han llevado a escribir esta diatriba.
No cabe duda de que los niños libaneses mutilados y escuelas derruidas sean algo terrible. La guerra en sí misma es un mal, terrible e injustificable en esencia, pero más terrible es que juzguemos las guerras de manera sensacionalista y parcial (como la comunidad libanesa en México, que estuvo presta para sacar banderas y manifestarse contra la guerra, pero nunca se manifestó en contra de que Hezbolláh utilizara el país de sus ancestros como base para actividades terroristas, controlara parte de él y tuviese participación activa en su gobierno...)
En ese correo, yo no veo ninguna foto de los cientos de civiles asesinados a lo largo de los años por el grupo terrorista Hezbolláh en las ciudades israelíes. No dice tampoco que este grupo se resguardaba precisamente entre civiles y los usaba como escudos humanos, que era protegido y resguardado por el gobierno libanés (del que incluso formaba parte), en abierta violación a la resolución 1559 del consejo de seguridad las Naciones Unidas. No menciona tampoco las represalias que Hezbolláh tomó, lanzando misiles de forma deliberada contra poblaciones civiles en Israel (aquí, en efecto, es muy importante hacer la distinción entre las muertes de civiles por daños colaterales y ataques deliberados). Ya no digamos que mencione el abierto apoyo de Hezbolláh por parte de Irán, cuyo presidente ha declarado que el Estado de Israel no tiene derecho a existir. Y, por supuesto, el correo no toma en cuenta el contexto geopolítico, demográfico e histórico de la región... aunque eso es demasiado pedir para un patético mail de propaganda...
He confirmado que en México somos buenos para escandalizarnos sin saber por qué. Siempre es muy fácil decir, cuando vemos los problemas del mundo en la tele: ‘¡Pinches gringos!’ (por mencionar el caso más usual) y quedarnos allí, sin hacer nada ni comprender nada, felices en nuestro querido país con paz, bienes materiales, posibilidades y clima y cultura maravillosos...
Fue en el clima de retiro espiritual y vida comunitaria con mis compañeros prenovicios en Ciudad Guzmán, Jalisco, donde, a falta de otro medio de información, me vi forzado a leer el pasquín izquierdoso de este país: el periódico La Jornada ( www.jornada.unam.mx ). Por supuesto, no le presté la atención que no merecen a los dimes y diretes sobre el conflicto post electoral y me fui derechito a la sección internacional. ¿Cuál habrá sido mi sorpresa al encontrame una caricatura que retrataba una estrella de David con cuatro líneas negras superpuestas en cuatro de los picos de la estrella, como esvástica? ¡Qué digo sorpresa, náuseas, desdén e ira absolutas! Pocas veces he visto tanta imbecilidad, ignorancia histórica y abierta falta con respeto a un país... Me puse verde, azul, morado... ¡el periódico voló hacia el jardín por la ventana!
Al día siguiente, la polémica cundía en los medios, pues el embajador de Israel en México había reaccionado negativamente (y con harta razón) a una proclama de los ‘intelectuales’ mexicanos en contra de la guerra, que hacía énfasis en las víctimas civiles libanesas y la destrucción causada por las fuerzas armadas de Israel, pero que no contenía mención alguna sobre las víctimas israelíes (yo supongo que el fin detrás de todo era salvaguardar su reputación como ‘intelectuales’ comprometidos con la ‘causa’ políticamente correcta en boga, en vez de hacer de eso, de intelectuales, pensando y orientando a la gente de forma objetiva e inteligente). A esto, el director de La Jornada respondió al embajador (y, por lo tanto, al pueblo israelí), en la primera plana de su mamotreto de papel y tinta: que era el deber de los periodistas denunciar las ‘atrocidades’ y hacer ‘algo’ para no repetir lo sucedido en el Holocausto, cuando millones fueron condenados por el silencio y la indiferencia de otros millones.
No tengo que decir que aquella primera plana acabó en el suelo, pisoteada. ¡Jamás había leído yo semejante pendantería, estupidez, altanería e insultante ignorancia reunidas en cinco líneas! Decidí que, de ahora en adelante, por salud de mi hígado, no he de acercarme a menos de 5 m de un diario La Jornada.
Pero allí no acabó el asunto. Hace unos días me tocó ver la imagen desplegada en el MSN de uno de mis contactos, un amigo de la preparatoria: una bandera israelí, con franjas blanquiazules y la cruz gamada nazi en sustitución de la estrella de David. Con ánimos de tener una discusión civilizada con él, le expuse de forma correcta mi indignación... Expongo el diálogo íntegro a continuación:
‘YO: Esa imagen me parece un insulto gravísimo y aberrante, carente de todo fundamento histórico, de pésimo gusto, salido de un mal caricaturista de La Jornada...
ÉL: Es una analogía.
YO: Muy mala...
ÉL: No, una imagen llena de precisiones y contexto rico en Historia. Es una analogía de la utilización de medios de terror por la policía secreta (si es que se le puede llamar ‘policía’ a esos delincuentes de la liga israelí), comparación con los métodos de la SS. Aunque tienes razón, no es tan similar, los israelitas utilizan métodos terroristas cobardes: sobre la SS se sabía cómo operaba.
YO: Es una soberana tontería comparar una cosa con la otra...
ÉL: En esencia no hay tanta diferencia. El fin es la eliminación racial e imposición de la propia. Más que racial, étnica.
YO: ¿Según quién? Olvídalo... No voy a discutir pendejadas...
ÉL: Como gustes, yo no inicié la pugna ideológica. Para mí es más sencillo, porque no persigo intereses de grupo.
YO: No es pugna ideológica... era una discusión objetiva, pero eso es lo que menos veo: objetividad. Y yo no persigo ningún interés de grupo. En fin. Adiós.’
Como pueden ver, lo correcto no me duró nada... No tienen una idea de cuán mal humor me puse. No podía creer lo que leía, el hediondo tufo de conspiración maligna y, para decirlo con todas sus letras: el aura de imbecilidad de una izquierda ya de por sí estúpida, ávida por descalificar cualquier cosa con la que no están de acuerdo utilizando ‘analogías’ fuera de contexto, sin ningún fundamento histórico racional y sin la más mínima reflexión filosófica previa... Esto, sumado a un comentario que escuché en un café: ‘¿Cómo ves lo de Medio Oriente? ¿A poco no se extraña la época en la que los corrían de todos lados?’; y a un correo electrónico titulado ‘¡No lo podemos permitir!’ con fotografías terribles de niños mutilados y escuelas destruidas y la acusación de ‘terrorismo de Estado’ por allí, me han llevado a escribir esta diatriba.
No cabe duda de que los niños libaneses mutilados y escuelas derruidas sean algo terrible. La guerra en sí misma es un mal, terrible e injustificable en esencia, pero más terrible es que juzguemos las guerras de manera sensacionalista y parcial (como la comunidad libanesa en México, que estuvo presta para sacar banderas y manifestarse contra la guerra, pero nunca se manifestó en contra de que Hezbolláh utilizara el país de sus ancestros como base para actividades terroristas, controlara parte de él y tuviese participación activa en su gobierno...)
En ese correo, yo no veo ninguna foto de los cientos de civiles asesinados a lo largo de los años por el grupo terrorista Hezbolláh en las ciudades israelíes. No dice tampoco que este grupo se resguardaba precisamente entre civiles y los usaba como escudos humanos, que era protegido y resguardado por el gobierno libanés (del que incluso formaba parte), en abierta violación a la resolución 1559 del consejo de seguridad las Naciones Unidas. No menciona tampoco las represalias que Hezbolláh tomó, lanzando misiles de forma deliberada contra poblaciones civiles en Israel (aquí, en efecto, es muy importante hacer la distinción entre las muertes de civiles por daños colaterales y ataques deliberados). Ya no digamos que mencione el abierto apoyo de Hezbolláh por parte de Irán, cuyo presidente ha declarado que el Estado de Israel no tiene derecho a existir. Y, por supuesto, el correo no toma en cuenta el contexto geopolítico, demográfico e histórico de la región... aunque eso es demasiado pedir para un patético mail de propaganda...
G. G. Jolly
4 comentarios:
Tienes razón: la simplificación es el arma de la mentira. Definir en ese conflicto quienes son los malos es más difícil que los buenos. Y es claro que Hezbolá ha utilizado un arma terrible, de terrorista consumado, el escudo de la población civil. Es claro que los judíos se han vengado de un modo increíble, pero necesario según su modo de ver para permanecer en un mundo hostil que sólo se parará cuando los haga desaparecer.
Pero los que verdaderamente son inocentes son los libaneses, más aún los cristianos libaneses cogidos entre dos fuegos. Y, también, toda la población civil del Líbano (tengo amigos libaneses en Zaragoza, católicos y musulmanes, que huyeron en la anterior guerra... eran los civilizados de ambos bandos... y, por tanto, perseguidos por los dos bandos que se formaron).
Los izquierdistas, que forman una especie de "pensamiento único" se han aliado con el "islam radical". Eso no es una suposición.
Y, curiosamente, en España hay conexiones probadas entre Hezbolá y el grupo terrorista ETA, y hay aquiescencia y comprensión por parte del gobierno socialista radicalizado de Rodríguez Zapatero.
Así que no me extraña que allá, en Mexico, haya más de lo mismo: es "doctrina oficial" de la inteligentzia radical.
Si pensasen por cuenta propia se darían cuenta de que la vida es "sencillamente" compleja.
Ululatus: nuestra eficacia en el mundo de la blogería está en lo que tú haces. En un momento no se tiene tiempo; pero luego, como un muelle, se dicen cosas muy eficaces. A los periodistas, normalmente, les falta el poso del "conocimiento con profundidad"; encantan pero no calan.
Saludos y que se calme México.
Queridos amigos:
Un millón de gracias por dejarme sus valiosos comentarios en este blog, pobre y olvidado... Trataré, a la brevedad, de continuar escribiendo y publicando cosas. Esto de renunciar a la vida mundana y comenzar la vida religiosa en una semana deja poco tiempo para bloggear...
¡Saludos a todos!
Hola. Primero quisiera aclarar que no escribo con intensiones de discutir sobre la guerra del Líbano e Israel, no vengo a defender ni justificar a ningúno de los dos bandos.
Vengo a este blog, porque me parece que usted dice cosas que tiene mucho sentido, y no juzga a la ligera sin haberse tomado el tiempo suficiente para ordenar sus ideas.
Antes de seguir admirando sus dotes de escritura y buenos pensamientos, aclaro que vengo a buscar su humilde opinión ante varios temas que llevan un tiempo queriendo acabar con mi paciencia.
El primero de ellos es esta nueva guerra que ha surgido en el mundo, en la cual los países, ya no se unen en bandos para luchar contra otros como en las guerras mundiales; ni luchan por poder indirectamente, ni por medio de otros, sino que pretenden acabar con un enemigo que ha tomado muchisima fuerza y se ha sabido camuflajear muy bien (entre los ciudadanos inocentes de un país, dentro de los países de sus propios enemigos...): El terrorismo.
Estados Unidos, Israel y muchos más le han declarado la guerra a este fanatismo ciego al cual no le importa acabar ni con ellos mismos. Sin embargo, esta guerra ha resultado ser tan confusa como ninguna, tantas personas han resultado víctimas de ella... Ninguna guerra perdona a inocentes, por eso las aborrezco, pero al parecer no existe otra manera de acabar con esta ola de terror que invade al mundo. A veces pienso que los seres humanos tenemos MUCHA más capacidad y podemos declarar una guerra al terrorismo inteligente, porque los terroristas, no son los nazis de la WW II; ni un país enemigo al cual se puede bombardear...
Espero que me haya entendido, siento que al parecer aquellos , que declarado esta guerra al terrorismo (porque no lo compartimos)se han convertido en la semilla del terror en muchos de esos ciudadanos de países "terroristas" que simplemente quieren vivir en paz.
Hace un tiempo leí este título en un artículo: "¿Guerra Antiterrorista o Terrorista?": Lo que el artículo decía, poco importa pues no era nada sensato, pero el título, el título si me hizo pensar en ello.
Agradezco una respuesta a usted, y a cualquier persona que estuviese dispuesta a darla:
marcela_colmenares@hotmail.com
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