‘Católicos’ estúpidos…
Ya lo había dicho yo antes: hoy en día, ser creyente, y particularmente católico, es ponerse una etiqueta en la frente que dice ‘Por favor, búrlate de mí, que soy un estúpido’. Hasta cierto punto, esto es una cosa buena. Es un síntoma positivo del ‘invierno eclesial’, en que la comunidad cristiana pasa de ser masiva y hegemónica a compacta y marginal (ya lo vaticinó a pesar de las críticas que sufrió, el joven doctor Ratzinger[1] y ya ha hablado de la Iglesia como ‘minoría creativa’ el Papa Benedicto XVI), denostada e incluso perseguida. Es vivir el espíritu de las bienaventuranzas, ser rechazados por ser ‘escándalo para judíos y locura para los gentiles’, por abrazar un estilo de vida, una ética, una cosmovisión potencialmente subversiva y explosiva. Justamente cuando los cristianos han dejado de ser perseguidos, donde la fe no ha provocado ningún conflicto, es cuando el Evangelio ha sido ahogado, sepultado por el tiempo, las tradiciones, las instituciones, la infedelidad o la mera comodidad.
Otra cosa muy distinta es cuando a los creyentes, y especialmente a los católicos, se nos llama ‘imbéciles’ cuando lo merecemos...
Otra cosa muy distinta es cuando a los creyentes, y especialmente a los católicos, se nos llama ‘imbéciles’ cuando lo merecemos...
Y éste es el caso del sector de más rancio conservadurismo, que no catolicismo, en este país. Los mismos de siempre: grupos, ONGs, asociaciones religiosas, políticos de ciertas regiones... que demuestran que la extrema derecha mexicana es tan descerebrada como la extrema izquierda mexicana. Gente a la que no le importa el diálogo, las instituciones democráticas, los valores del liberalismo que nos permiten vivir civilizadamente, los valores cristianos... Gente que o no conoce o se rehusa a aprender historia. Gente que quiere imponer su pequeña y reduccionista visión del mundo (aunque en muchas cosas tenga razón) a la mala. Ya he hablado de ella antes[2]: son los ‘católicos’ que luchan a muerte (o a matar, más bien) por los seres humanos nonatos y que, ya nacidos, se olvidan de ellos, para que vivan en la miseria (a quienes se ponen de su lado, los tachan de comunistas y los acusan con Roma), los ‘católicos’ que piensan en términos de un Dios-poder y de una fe-cruzada, que se ensoberbecen, miran desde lo alto de su supuesta calidad moral y condenan y excomulgan a diestra y siniestra...
Y miren ahora lo que hicieron: quemaron libros. Sí, hicieron lo mismo que tantos cristianos pecadores antes que ellos, cosa que, junto a tantas otras, fue motivo de penitencia universal de Juan Pablo II y de la Iglesia entera en el año 2000. Dudo que conozcan aquella memorable petición de perdón, pero, me pregunto: ¿conocen el concepto de la penitencia? Unas ‘católicas’ madres de familia, preocupadas no por la entereza moral de sus hijos, sino por su puritanismo ideológico (nada que tenga que ver con el Dios-amor del Evangelio), quemaron los libros de texto de biología de la Secretaría de Educación Pública, que hablan abiertamente sobre métodos anticonceptivos y la diversidad sexual humana.
Por supuesto, yo no estoy de acuerdo, primeramente, en que sean unos burócratas los que decidan qué deben estudiar los niños en las escuelas. No creo en la educación ‘laica, gratuita y obligatoria’, proporcionada directamente por el Estado. Punto.[3] Tampoco concuerdo con la visión genitalista y tecnicista de la sexualidad que se aborda en esos libros, es decir, órganos sexuales, reproducción humana, enfermedades venéreas y métodos anticonceptivos... nada de afectividad, desarrollo psíquico-humano, patologías, ética...[4] Pero tampoco estoy de acuerdo con la visión de estos pseudocatólicos, enfermos de paranoia, que no hacen otra cosa que satanizar la sexualidad humana, porque ni siquiera se han enterado de lo que propone el mismo Magisterio de la Iglesia. No los he leído, pero quizá esos textos digan que la masturbación es un modo de autoconocimiento de los niños y adolescentes o que el sexo debe ser enteramente disfrutable, por lo que no me extrañaría que estos imbéciles quemaran también un libro que dice exactamente lo mismo, titulado Amor y responsabilidad y escrito por un joven obispo polaco a principios de los sesenta: Karol Wojtyła.[5]
Ya por último, incluyo la famosa frase de Heinrich Heine: ‘Donde se queman libros, tarde o temprano acaba quemándose gente’.
Alemania, 1933:
Alemania, 1945:
G. G. Jolly
[1] ‘¿Qué aspecto tendrá la Iglesia del futuro?’ de Joseph Ratzinger
[2] Sobre el aborto en México I y II
[3] Round 2 de las tendencias políticas
[4] Por una ética sexual humanista I y II
[5] Iglesia y sexo
[2] Sobre el aborto en México I y II
[3] Round 2 de las tendencias políticas
[4] Por una ética sexual humanista I y II
[5] Iglesia y sexo