jueves, junio 22, 2006

La Resurrección



Siempre he dicho que sólo los teólogos y los poetas tienen la capacidad para determinar lo indeterminable, palpar lo impalpable y sentir y comprender lo inmaterial... y lo he comprobado gracias al excelso poeta israelí Yehuda Amijái. En mis coqueteos con esa supraciencia maravillosa que llamamos teología, jamás me he cuestionado mucho ni me he querido meter a estudiar la escatología. ¿Qué le pasará a mi cuerpo y a mi alma después de que parta yo de esta vida?, ¿existe la reencarnación o la resurrección? No lo sé. Nunca me lo había puesto a pensar, y quizá porque no es algo determinante para mi fe (al menos en este momento). Creo en lo que dice la Iglesia, que sus buenas razones tiene. A esas razones, se suma este poema de Amijái, que me ha convencido sin más:

‘Confío con absoluta fe en la resurrección de los muertos pues,
como un hombre que pide retornar a un lugar amado deja
a propósito un libro, un cesto, unos anteojos, una foto pequeña
que le sirva de pretexto para volver, así los muertos dejan
la vida y vuelven.

Una vez estuve parado a lo lejos en la neblina de otoño
en un cementerio judío abandonado, pero que sus muertos no abandonaron.
El jardinero era un experto en flores y estaciones
pero nada sabía de los judíos enterrados,
y aun así dijo: se entrenan cada noche para la resurrección.’

Yehuda Amijái (1924-2000)

Tomado de: Letras Libres 23, noviembre 2000, México. p. 30 (Versión de Claudia Kerik)

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